En el anterior capítulo iniciamos un repaso en la medallística de la Tercera Guerra Carlista, durante la que Don Carlos crea una serie de condecoraciones específicas que se añaden a las recompensas militares o civiles habituales y que el soberano legitimista concedía en sus atribuciones como Rey de las Españas. Continuamos ahora con la propia Medalla de Don Carlos y otras de gran importancia.
MEDALLA DE DON CARLOS
Distinción en forma de cruz de brazos abiertos, de 38 por 38 mm., sobre una corona de laurel, en cuyo anverso se reparte la inscripción “DIOS, PATRIA, REY, 1874”, y en el reverso las palabras “VIRTUD, ABNEGACION, TALENTO, LEALTAD”. El centro es circular, con el anagrama C7 en el anverso e inscripción orlada “RESTAURACION CATOLICO-MONARQUICA”, y en el reverso el escudo de España rodeado de la leyenda “CARLOS VII POR LA GRACIA DE DIOS REY DE LAS ESPAÑAS”. Sobre la cruz una corona real articulada. La cinta es con los colores de la bandera española.
Se acuñaron en plata y en cobre, pudiendo ver en la imagen adjunta el anverso y reverso sobre sendos ejemplares de las variantes de metal. También existe algún ejemplar en categoría oro, destacado por estar esmaltado en blanco, azul, rojo y dorado, constituyendo una de las piezas más raras de la medallística carlista conocida. Las matrices de esta condecoración se encuentran actualmente depositadas en el Museo Vasco de Bayona, en el Sur de Francia, junto a las de la medalla de Somorrostro y las de las monedas de 5 y 10 céntimos de la Ceca de Oñate. También hemos visto algún ejemplar estuchado por un fabricante de París.
En este caso no se conmemora ningún hecho de armas en concreto, sino que distingue los servicios a la causa carlista, con independencia de la nación de origen. De hecho, conocemos algún diploma de concesión en francés y a partidarios de Don Carlos en el país galo. La medalla se crea por Real Decreto fechado en Puente la Reina, cerca de Estella, el 9 de octubre de 1874. Transcribimos los criterios de concesión: “La Real y distinguida Medalla de Carlos VII, de bronce, servirá para premiar a los que se juzguen merecedores de esta distinción por servicios especiales dependientes del talento, de la lealtad, de la abnegación y demás virtudes cívicas. La Real y distinguida Medalla de Carlos VII, de plata, servirá para recompensar servicios eminentes de la misma clase”.
Posteriormente, al finalizar la guerra, Don Carlos firma un decreto que extiende el criterio para conceder la distinción. Según el texto fechado en Mauleón el 28 de febrero de 1876, recién atravesada la frontera franco-navarra por Valcarlos: “Concedo a todos los que han militado en mis Ejércitos del Norte, de Cataluña y del Centro, así como a los que combatieron por mi Causa en la demás provincias de España, la medalla de Carlos VII, creada en 9 de octubre de 1874 para recompensar servicios especiales. … Usarán la Medalla de plata los Generales Jefes y Oficiales, u la de cobre los individuos y clases de tropa. … Solo tendrán derecho a dicha distinción los que, por certificado de sus superiores, puedan acreditar haber servido con fidelidad en mis Reales Ejércitos”.
MEDALLA DE SOMORROSTRO
Medalla circular en cobre, de 29 mm. de diámetro, con tres flores de lis, a los lados y en la parte inferior. En el anverso figura un busto laureado de Carlos VII, con la leyenda “A LA FE Y AL HEROISMO DEL EJERCITO REAL DEL NORTE”, rodeada de hojas de laurel. En el reverso, la inscripción “BATALLAS DE VIZCAYA DE ENERO A MAYO 1874”. Sobre la parte superior, una corona real con una anilla en forma de ramo de laurel, para pender de una cinta verde. Como en otras recompensas, se conocen ejemplares en plata.
Tras asegurar el frente en Estella, los carlistas pasan a la ofensiva en Vizcaya. Tienen ocupado casi todo el territorio del País Vasco y Navarra, pero ninguna de las capitales, y recuperan la vieja idea de conquistar Bilbao, ante la que se estrellaron varias veces en la Primera Guerra Carlista. Después de un primer éxito con la toma de Portugalete, inician el sitio de la capital vizcaína, que se prolonga desde enero a mayo de 1874. En este periodo tienen lugar cruentos enfrentamientos en la línea de Somorrostro y San Pedro Abanto, en febrero y marzo, con infructuosos intentos liberales de socorrer a Bilbao ante las trincheras defendidas por los batallones carlistas. Finalmente se romperá el cerco y el Marqués del Duero libera Bilbao el 2 de mayo, aunque su toma de iniciativa quedará frenada al mes siguiente con su muerte y derrota en Abárzuza, en el intento de tomar Estella. Será un hecho decisivo para prolongar la contienda.
La Medalla de Vizcaya o de Somorrostro se crea por Real Decreto de 31 de agosto de 1874, firmado en el Cuartel Real de Lequeitio. En el documento se describe el modelo aprobado y se indica que “Tendrán derecho a esta Medalla todos los que se hayan hallado presentes por dos meses en las líneas ocupadas por mi Ejército del Norte o en el sitio de Bilbao, o hayan asistido a dos de los combates librados durante el mismo. … Para la elaboración de la misma en suficiente número se empleará única y exclusivamente el bronce de los cañones cogidos al enemigo.”
MEDALLA DE CUENCA
Medalla circular en cobre, con el busto laureado de Don Carlos en el anverso, orlado con la divisa “CUENCA POR CARLOSVII”. En el anverso y rodeada por una corona de laurel, la inscripción “17 DEJULIO DE 1874 EJERCITO REAL DEL CENTRO”. La distinción se crea el 11 de septiembre del mismo año, pero únicamente conocemos su diseño por la lámina facilitada por el Conde de Melgar, ya que no hemos podido localizar ningún ejemplar hasta el momento.
La efímera toma de Cuenca fue un hecho hasta cierto punto aislado, constituyendo un éxito mediático por el hecho de tratarse de una capital de provincia y cercana a Madrid. La acción la protagonizaron las tropas de Don Alfonso y Doña María de las Nieves, que habían pasado desde Cataluña a liderar el ejército carlista del Centro, cuya principal zona de influencia era el Maestrazgo.
MEDALLA DE LA CARIDAD - ORO Y PLATA
Parecido diseño en ambas variantes, con la diferencia de que la de oro está rematada por un adorno que se une a la anilla y la de plata añade una corona real sobre el adorno. Por la parte común, se trata de una cruz de brazos esmaltados en granate, con margaritas en los entre brazos. Centro circular también esmaltado, con una inicial “M” en morado sobre fondo blanco en el anverso. En el reverso, un Sagrado Corazón rojo, también sobre fondo blanco, y a su alrededor la inscripción “LA CARIDAD • 1874”. La cinta es blanca con filetes en morado. En la imagen se muestran anverso y reverso común en los respectivos modelos con y sin corona, en los que la cinta difiere algo de la original.
Hasta ahora hemos hablado de distinción es para méritos militares. La Orden de la Caridad, presidida por Doña Margarita de Parma, esposa de Carlos VII, era una Asociación para el socorro de heridos, de naturaleza similar a la internacional Cruz Roja que empezaba a operar en aquellos tiempos. De hecho, Cruz Roja se estrena en España al inicio del conflicto carlista, en la acción de Oroquieta en 1872.
Por Real Decreto en Puente la Reina de fecha 9 de octubre de 1874, Don Carlos autoriza a su esposa para crear la Medalla de La Caridad, facultándola para concederla en nombre del Rey. En el diseño de la Cruz se hace evidente la referencia a su fundadora y alma máter Doña Margarita, apodada el Ángel de la Caridad.
MEDALLA DE LA CARIDAD - COBRE
Medalla circular en cobre, de 31 mm. de diámetro. En el anverso un centro ovalado con la inicial M, rodeado de ramos de margaritas y orlado con la leyenda en latín “QUIS NOS SEPARABIT • A CARITATE CHRISTI”. Al reverso una cruz con margaritas en los entre brazos, y un círculo en el centro conteniendo un Sagrado Corazón y la inscripción “LA CARIDAD”.
Parece que en un reglamento posterior al Real Decreto de creación de la Orden se establecía que este mismo modelo acuñado en plata y con corona era distintivo de diario de la Cruz de Plata, y en plata y sin corona lo era de la Cruz de Oro.
MEDALLA A LOS DEFENSORES DE LA COSTA CANTÁBRICA
Se trata de un escudo de distinción encobre representando dos cañones cruzados sobre un ancla. El reverso es liso. Como en el caso de la Medalla de Cuenca, la única constancia gráfica la encontramos en la lámina incluida en “La España Carlista”, y tampoco hemos localizado hasta la fecha ningún ejemplar.
En carta fechada en Tolosa el 28 de julio de 1875, Don Carlos se dirigía al Batallón distinguido de Jefes y Oficiales, también denominado Batallón Sagrado, constituido por mandos veteranos, buena parte con experiencia en las filas de Carlos V, que no podían ser encuadrados en las tropas regulares carlistas y a los que, como unidad especial, se les encomendó la vigilancia de las costas de Vizcaya y Guipúzcoa. En el documento, el Pretendiente se deshace en elogios, encabezados por la referencia a la conducta admirable en las localidades costeras de Lequeitio y Motrico. Es de suponer que la creación de la distinción se realiza por esas fechas, aunque no hay referencia explícita en dicho texto.
Finalizamos así el repaso a unas condecoraciones que tenían como elemento común el reconocimiento del monarca carlista a la entrega y lealtad de sus partidarios. En aplicación de las propias normas de concesión y por su presencia activa en buena parte de la campaña, Don Carlos lucía, entre otras distinciones, las medallas de Montejurra y de Vizcaya. Por su parte, Don Alfonso y Doña María de las Nieves ostentaban las medallas de Berga, de Alpens y de Montejurra, esta última batalla a la que asistieron integrados en el Estado Mayor de un triunfante Carlos VII
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