Phantom IV del Emir de Kuwait, Abdullah III a.-


Esteban Aguilar Orellana ; Giovani Barbatos Epple.; Ismael Barrenechea Samaniego ; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; -Rafael Díaz del Río Martí ; Alfredo Francisco Eloy Barra ; Rodrigo Farias Picon; Anllela Hormazabal Moya ; Patricio Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda; Jaime Jamet Rojas ; Gustavo Morales Guajardo ; Francisco Moreno Gallardo ; Boris Ormeño Rojas; José Oyarzún Villa ; Rodrigo Palacios Marambio; Demetrio Protopsaltis Palma ; Cristian Quezada Moreno ; Edison Reyes Aramburu ; Rodrigo Rivera Hernández; Jorge Rojas Bustos ; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba ; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala ; Marcelo Yañez Garin; Ana Karina Gonzalez Huenchuñir; Alamiro Fernandez Acevedo; Francia Carolina Vera Valdes; Tatiana Flor Maulén Escobar; Raúl Meza Rodríguez; 




El Emir de Kuwait, Abdullah III encargó tres Phantom IV que fueron carrozados por H. J. Mulliner. Aunque en la época Rolls comenzaba a ofrecer como gran novedad carrocerías “de fábrica” en sus Silver Dawn, los clientes del Phantom IV prefirieron personalizarlos con los “sastres” de la época, y así nueve de ellos los vistió H. J. Mulliner, siete Hooper, uno Park Ward y otro el carrocero francés Franay (el destinado al príncipe Talal de Arabia Saudí). Abdullah III encargó en 1951 dos Limusinas de seis plazas: uno beige y azul oscuro con la tapicería marrón y otro en dos tonos de verde con la tapicería en verde. En 1955 encargó un tercero de color dorado y plateado con sutiles detalles en cobre y un interior decorado en un elegante Beige.

El Phantom IV de Torre Loizaga es el tercero que encargó el Emir de Kuwait Abdullah III. Tenía una evolución del motor 8-en-linea subido hasta 197 cv
Es el que, con número de chasis 4CS4 se conserva en Torre Loizaga.

El Phantom IV de Torre Loizaga es especial por ser uno de los que monta una versión potenciada del motor militar 8 en línea. En este caso la cilindrada ascendía hasta 6500 cc y la potencia hasta unos nada desdeñables 197 cv (frente a los 165 del motor de 5650 cc). El Emir de Kuwait pidió también que se montasen neumáticos resistentes a la arena, algo muy apropiado dado el entorno en el que circularía. Sin embargo no recorrió demasiados kilómetros por el desierto. Abdullah III revocó el protectorado británico en 1961 y quizá como símbolo de ello se deshizo de su Phantom IV dorado, que fue vendido y viajó hasta Estados Unidos donde lo compró Harry Resnick, propietario de Channel Master, un canal de televisión de éxito en la época. El coche pasó décadas en el país cambiando de manos hasta que en 1999 Miguel de la Vía lo adquirió para completar su colección de Rolls – Royce con la joya más preciada: una de las únicas 16 en el mundo.


Si el Phantom IV del Emir de Kuwait tiene algo es presencia. Su longitud es imponente, pero sobre todo impactan sus proporciones: una gran altura, unas enormes puertas (de apertura “suicida”) que permiten acceder al coche sin agacharse (como es propio de un rey) y un enorme morro que esconde el gran 8-en-linea que lo mueve.

El Rolls de Abdullah III es dorado y suntuoso como un templo de las “Mil y una noches”. Un distintivo rojo en el frontal avisaba si el Emir viajaba en el coche
El de Abdullah III tiene algo especialmente suntuoso que lo distingue de los sobrios ejemplares de la familia real británica o el que hoy veremos en la coronación de Felipe VI: el color dorado y plateado junto con los cromados de las ruedas y el radiador o la batería de faros con el distintivo real en el centro convierten a este Phantom en una especie de templo rodante, una exótica y moderna representación del lujo oriental sobre ruedas. Como el coche que hubiese tenido Harun Al Rachid, si hubiese vivido en el siglo XX y no en el IX. No extraña que venga del Kuwait de los años 50.

Pero ¿Cómo es un coche real por dentro? es esencialmente amplio. Amplísimo. tanto que la parte trasera del coche parece un salón del trono rodante. El cuero es de una excelente calidad y su aspecto es, aún hoy, impecable, al igual que el de las moquetas que cubren el suelo, perfectamente plano y sin resaltes incómodos. Hacer pasar todos los elementos mecánicos bajo el suelo es una de las razones que convierte al Phantom IV en un coche tan alto, entre otras cosas.
Todos los detalles del interior están pensados para crear un espacio de lujo y seguridad: el mueble bar, el reposapies, la radio y los ceniceros… y unas enormes ventanas traseras para ver y, sobre todo, ser visto. Las ventanillas del Phantom IV son como el balcón de un palacio: el lugar desde el que el rey se asoma. Y es que el coche es un palacio rodante. El distintivo en el frontal, un quinto faro en el centro, se encendía de color rojo si el Emir viajaba dentro, convirtiendo al coche en una personificación del monarca. Otros coches de flotas reales portan un distintivo similar, los de la Reina de Inglaterra con una señal azul, sin ir más lejos. Pero imaginar a este Rolls recorrer las polvorientas carreteras de Oriente Medio con los faros encendidos y la luz roja en el centro es poco menos que imaginar una aparición.


El “coche real” es un concepto más antiguo que el propio coche. Cuando los caballos de carne y hueso cambiaron por los de vapor los coches se hicieron “reales”: el Delaunay – Belleville del Zar Alejandro, el Hispano – Suiza de Alfonso XIII, el Graf & Stitz del Kaiser Francisco Fernando…

Un coche “Real” es como un palacio en movimiento. Por eso las ventanillas del Phantom IV son enormes: para ver y, sobre todo, ser visto
pero con la llegada del Phantom IV la imagen del coche “Real” quedó fijada de forma solemne e indeleble: las formas deliberadamente “clásicas” de su carrocería y sus descomunales proporciones se instalaron en la cultura popular como una representación del poder gracias a las apariciones de la familia real británica y, sobre todo, de personajes muy conocidos como Reza Palhevi o el Aga Khan. El Phantom IV de este último está expuesto hasta septiembre en el Museo BMW de Munich dentro de una exposición dedicada a Rolls Royce, y después volverá con su dueño Ion Tiriac. Los de Patrimonio Nacional sólo salen en contadas ocasiones, y nada hace pensar que habrá otra coronación o boda real a la vuelta de la esquina. Así que si queréis ver en vivo y muy de cerca un Phantom IV como salido de las “Mil y una noches”, acercaos al Castillo de Torre Loizaga en Galdames, cerca de Bilbao. Lo podréis contemplar con más calma que hoy en la coronación.

Comentarios

  1. un auto elegante para la época, que tiene valor por sí mismo, no deprecia por el paso del tiempo

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