Ducado mas antiguo de España.-a

El ducado de Arjona 
ana karina gonzalez huenchuñir


El ducado de Arjona es un título nobiliario español originario del reino de Castilla y que fue concedido por primera vez en 1423 por el rey Juan II de Castilla a favor de su primo, Fadrique Enríquez de Castilla, que era bisnieto del rey Alfonso XI de Castilla y conde de Trastámara, Lemos y Sarria y pertiguero mayor de Santiago. El título alude al municipio de Arjona, que está situado en la provincia de Jaén, (España).

Historia

El duque Fadrique Enríquez era el hijo y heredero de Pedro Enríquez de Castilla, que era nieto de Alfonso XI y llegó a ser conde de Trastámara, Lemos, Sarria, Viana y El Bollo, condestable de Castilla, pertiguero mayor de Santiago​ y comendero mayor del obispado de Mondoñedo y de otros muchos monasterios gallegos.
A la muerte del conde Pedro Enríquez, que falleció en la ciudad de Orense el 2 de mayo de 1400,4​ su hijo Fadrique Enríquez heredó los condados de Trastámara y Lemos y el señorío de Sarria, entre otros muchos, como señaló Franco Silva, y fray Malaquías de la Vega señaló que el 22 de mayo de 1400 el rey Enrique III de Castilla le confirmó el título de conde de Trastámara, y dicho autor basó sus afirmaciones, como destacó Muñoz Gómez, en numerosos documentos desaparecidos del antiguo archivo de los condes de Lemos.
El 1 de septiembre de 1423, en Cigales, el conde Fadrique Enríquez fue nombrado duque de Arjona por el rey Juan II de Castilla,​ y ese mismo año fue nombrado pertiguero mayor de Santiago por el arzobispo de Santiago de Compostela, Lope de Mendoza,​ por lo que pasó a ser el magnate «más poderoso» del reino de Galicia, como señaló, Franco Silva,​ aunque González-Doria señaló erróneamente que recibió el título ducal el 1 de septiembre de 1427.
Y junto con el título de duque de Arjona Fadrique Enríquez recibió la propia villa de Arjona y también la de Arjonilla, que habían pertenecido al condestable Ruy López Dávalos, y en 1423 también recibió en tierras jienenses las de Jódar, Lahiguera y Jimena.
Pero en 1429 el duque Fadrique fue apresado por orden del rey Juan II de Castilla y a continuación despojado de todos sus títulos y posesiones, muriendo a finales de marzo de 1430 en el castillo de Peñafiel con sospechas de haber sido asesinado por orden del rey, aunque otros afirman que murió por causas naturales.
No obstante, y a pesar de que la mayoría de los historiadores afirman que tras ser confiscado a Fadrique Enríquez el ducado de Arjona pasó a manos de Fadrique de Aragón, que era nieto del rey Martín I de Aragón y conde de Luna,​ Calderón Ortega afirmó que la donación de Arjona al conde de Luna, que le fue entregada por Juan II el 24 de agosto de 1430, no incluyó la concesión del título de duque.
Calderón Ortega basó su hipótesis en el hecho de que cuando el 12 de abril de 1431 Fadrique de Aragón otorgó una «escritura de poder» para tomar posesión de la villa de Arjona, fue mencionado en la misma con los títulos de conde de Luna y señor de Arjona, Segorbe y otras villas pero no con el de duque de Arjona. Y el otro argumento de Calderón Ortega es que cuando en 1902 el título fue rehabilitado a favor del duque de Alba por ser descendiente del duque Fadrique Enríquez, pasó a ser el segundo duque de Arjona por considerarse que Fadrique Enríquez había sido el «primer y único» titular del ducado.

Rehabilitación del título (1902)


El decimoséptimo duque de Alba, Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, presentó por escrito una solicitud el 5 de abril de 1902, durante el reinado de Alfonso XIII, para que se le concediera el título de duque de Arjona, alegando que él era el heredero de la Casa de Lemos y que el título había estado unido a dicha casa y que no había sido ni «suprimido» ni tampoco había expirado. Y el 27 de agosto de 1902 se expidió la carta de sucesión en el título a favor del mencionado aristócrata.

El duque Jacobo aprovechó su amistad con el rey para rehabilitar el título y así pretender ostentar el ducado más antiguo de Castilla, honor que realmente tiene el ducado de Medina Sidonia. Jacobo Fitz-James Stuart transmitió el título de duque de Arjona a su hija, Cayetana Fitz-James Stuart, duquesa de Alba.
El 18 de febrero de 1955 se expidió carta de sucesión del ducado de Arjona a favor de la duquesa de Alba, como señaló González-Doria,​ Y el 26 de abril de 2013 la duquesa cedió el título a su hijo Cayetano Martínez de Irujo.18​19​.
Escudo de armas del verdadero primer marqués de Villena, Alfonso de Aragón. En él se pueden apreciar los emblemas de los antiguos señores de Villena, los Manuel, con el león y la mano alada.


El marquesado de Villena es un título nobiliario español concedido por Juan II, el 12 de noviembre de 1445 a Juan Pacheco, maestre de la Orden de Santiago, adelantado mayor de Murcia y posteriormente primer duque de Escalona.
El marquesado, como entidad territorial, es herencia del antiguo señorío de Villena, que revirtió en la corona. Ya fue marquesado anteriormente en la persona de Alfonso de Aragón el Viejo,​ aunque volvió a revertir en la corona hasta su concesión por el rey Juan II de Castilla en 1445 a Juan Pacheco.​ El hijo de este, Diego López Pacheco y Portocarrero perdió la mayor parte de las tierras del marquesado, entre ellas la capital, Villena, al sublevarse esta ciudad en favor de los Reyes Católicos en 1476. A esta rebelión, conocida popularmente como la de "las cinco campanadas", le sucederían las del resto de ciudades importantes del marquesado. Los Pacheco seguirían usando el título, pese a no poseer ya el marquesado, convirtiéndose en una distinción que ha perdurado por tradición.

Señorío de Villena 

La base territorial del Señorío de Villena se extendió por una amplísima comarca limitada al norte por el alfoz de la Ciudad de Cuenca y al sur por el término de la Ciudad de Murcia y el alfoz de Alcaraz. Este territorio se estructuró fundamentalmente en dos centros políticos: la Tierra de Alarcón, al norte, y la Tierra de Chinchilla, al sur. Y, en torno a ellos, se agruparon otras villas con términos más reducidos, entre ellas, Iniesta, la Tierra de Hoya-Gonzalo, Jorquera, Hellín, Tobarra, Almansa, Yecla, Sax y Villena, que, a pesar de conferirle el nombre y la capitalidad de señorío, ocupó una situación periférica respecto a todo el conjunto, si bien en sus inicios contaba con las ciudades del Vinalopó (Sax, Elda, Novelda, Elche) como parte del apanage de Manuel de Castilla. El señorío experimentó a lo largo del tiempo cambios conyunturales externos, debido a la anexión temporal de alguna población próxima, como el caso de Villarrobledo, Lezuza, Munera, Jumilla o Utiel en el siglo XV, o también las pérdidas de algunas Villas.
Este conjunto señorial tiene un doble origen histórico, por un lado las poblaciones de la Tierra de Jorquera, Hellín, Ves, Tobarra, Almansa, Yecla, Sax y Villena, habían pertenecido al infante Manuel de Castilla en el siglo XIII, unidas al resto de villas alicantinas del cauce del Vinalopó. Por ello se comenzó a denominar Tierra de don Manuel. Por el contrario, el sector norte, la Tierra de Alarcón e Iniesta, perteneció al realengo durante el siglo XII y XIII, siendo incorporado al señorío de Villena por el referido infante.

Formación del Señorío

En 1252, año en que Alfonso X llega al trono de Castilla, el infante Manuel, hermano de Alfonso el Sabio, figurará a menudo entre sus consejeros, como confirmante de documentos reales. Alfonso lo armará caballero, hacia 1254, y en adelante tendrá oficios y cargos de la casa real
Fue entre 1252, año de la muerte de Fernando III y 1256, cuando se crea el señorío de Villena, partiendo con esta ciudad como cabeza, a favor del infante. Cuando fue nombrado alférez del rey, sirvió también a su hermano como embajador ante el Papa, con lo que aprovechó para granjearse la amistad de la poderosa Orden de Santiago e intentó favorecer para que Alfonso X fuera elegido emperador y estropear al tiempo, con notable éxito, los planes que al mismo fin había fraguado Ricardo de Cornualles. En enero de 1261, el infante don Manuel y su esposa, Constanza, se afiliaron como familiares a la orden de Santiago, prometiendo ayudar a ésta y a su maestre Pelayo Pérez, y hacerse enterrar a sí mismos y a sus descendientes en el Monasterio de Uclés, donde dotaron una capilla.
 Muy probablemente, esta amistad con el maestre Pelayo Pérez, unida, desde luego, a sus servicios a la Corona, le valiera la posesión de Elche, Crevillente, Aspe y el valle de Elda, en el reino de Murcia, ocupado quince años antes, pero apenas poblado todavía de cristianos; que le fueron reconocidos por el rey ya en 1262, y que a partir de entonces constituyeron el núcleo más fuerte de sus dispersas posesiones. Algunas referencias indican que Elda le pertenecía con anterioridad a este año.
El hecho es que, al menos desde 1262, don Manuel es señor de pleno derecho de Elche, Crevillente, Aspe y de todo el valle de Elda; y Adelantado del reino de Murcia, además. En ese mismo año, al delimitar el obispado de Cartagena, se menciona «Petrel e Sax e Villena e la tierra de don Manuel nuestro hermano como parte con la tierra del rey de Aragón, e Val de Ayora fasta Confruentes». La falta de documentación impide precisar las condiciones en que se produjo la entrega de don Manuel de sus primeros señoríos murcianos. No es improbable, que como sugieren algunos historiadores, la merced tuviera un carácter de apanage, según el uso entonces en boga en las cortes europeas; es decir, de dominio confiado a uno de los miembros de la familia real, con excepcionales facultades, que sin embargo habría de reintegrase a la corona si faltara heredero varón.
​ Desde luego, la donación no comportaría ni mucho menos la soberanía, pero tal vez sí una amplia jurisdicción, de la que Manuel abusaría sin duda, rodeándose de un ceremonial semejante al de los reyes, ejerciendo un poder omnímodo en el cobro de tributos, repartiendo heredades entre sus vasallos, etc
El apoyo que daría de forma tardía al infante Don Sancho, frente a su hermano el rey, le recompensaría espléndidamente asegurándose la villa de Aspe, que redondeaba sus señoríos levantinos de Elche y Elda, y las de Chinchilla, Ves y Jorquera, en la Mancha albacetense que, por estar situada en las tierras que suben hacia el reborde montañoso de la frontera valenciana, recibía entonces el nombre de Mancha de Montaragón. En fecha desconocida recibió también la posesión de Isso y Hellín, lugares mudéjares muy estratégicos para el control de la ruta entre Castilla y el reino de Murcia. Nuevas posesiones que, aunque no muy pobladas venían a triplicar en extensión los dominios del señorío primitivo del Vinalopó y ponían en sus manos el control eminente del territorio manchego oriental; un territorio mucho menos mudéjar y por lo tanto más pobre todavía pero susceptible de ser poblado y enriquecido. Tan pronto como le fueron entregados estos pueblos y a pesar de que la situación de guerra civil no facilitaba este designio don Manuel puso en práctica en ellos algunas medidas urgentes encaminadas a la repoblación encomendando a su vasallo Sancho Ximénez que llevara a cabo repartimientos de tierras en su nombre
A la muerte de don Manuel, el señorío lo heredó su hijo, Don Juan Manuel, segundo Señor, Príncipe y primer Duque de Villena. Sería él quien ampliaría el señorío y lo llevaría a su época de mayor esplendor, llegando a adquirir con sus posesiones una autonomía prácticamente equiparable a la de los reinos peninsulares, jugando con su situación fronteriza entre Castilla y Aragón.

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