Nº.- 233 al 244-Diccionario.-a

233
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croix herminéecross of 4 ermine spotsHermelinkreuzcruz con armiñoscroce armellinatahermelijnkruis


234
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croix anséeHenkelkreuzcruz de asacroce ansata o egiziahengselkruis

235
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croix à 5 brascross formy of 5 armsfünfarmiges Tatzenkreuzcruz de cinco brazoscroce a cinque braccivijfarmig kruis

236
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croix tronçonnéecross tronconneezerstückeltes Kreuzverbrokkeld kruis



237
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croix tréfléecross botonny or treflyKleeblattkreuzcruz treboladacroce trifogliataklaverkruis


238
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croix gironnéecross gyronnygeständertes Kreuzcruz jironadacroce gheronatagegeerd kruis

239
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sautoir (croix de St-André)saltireSchragen oder Andreaskreuzsotuer (cruz de Borgoña)croce di Sant'Andreaschuinkruis (St Andries)

240
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flanchisaltire coupedSchrägkreuzchensotuer disminuido y ricortadocroce di Sant'Andrea diminuata e scorciataschuinkruisje

241
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cantonné de ...between ...bewinkelt ...cantonnado de ...accantonato di ...gekantonneerd van ...

242
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mal ordonné (1 et 2)(set) 1 and 21, 2 (gestellt)mal ordenadomal ordinatoverkeerd geplaatst

243
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244
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El ducado de Uceda


El ducado de Uceda es un título nobiliario español creado el 16 de mayo de 1610 por el rey Felipe III en favor de Cristóbal Gómez de Sandoval Rojas y de la Cerda, I duque de Cea, hijo de Francisco Gómez de Sandoval Rojas y Borja, I duque de Lerma (entre otros títulos), y su esposa Catalina de la Cerda y Manuel de Portugal.
Su denominación hace referencia a la localidad de Uceda, en la provincia de Guadalajara, adquirida por Diego de Messía Ovando a finales del siglo XVI y titulado sobre ella como conde de Uceda desde 1581. Su hijo Juan Velázquez Dávila debió venederla al futuro I duque de Uceda y perder el título condal, a cambio del cual recibió el de marqués de Loriana.
Desde 1982 su poseedora es María del Pilar de Latorre y Téllez Girón, XIV marquesa de Belmonte, casada con Miguel Ángel Pastor y Vélez.

Duques de UcedaPeriodo
Creación por Felipe III
ICristóbal Gómez de Sandoval Rojas y de la Cerda1610-1624
IIFrancisco Gómez de Sandoval Rojas y Padilla1624-1635
IIIFelicia de Sandoval y Urbino1635-1671
IVIsabel María de Sandoval y Girón1671-1711
VManuel Gaspar Gómez de Sandoval Téllez-Girón1711-1732
VIFrancisco Javier Pacheco Téllez-Girón1732-1750
VIIAndrés Manuel Alonso Pacheco Téllez-Girón y Fernández de Velasco1750-1789
VIIIDiego Fernández de Velasco1789-1811
IXBernardino Fernández de Velasco Pacheco y Téllez-Girón1811-1851
XBernardina María Fernández de Velasco Pacheco Téllez-Girón y Roca de Togores1851-1869
XIFrancisco de Borja Téllez-Girón y Fernández de Velasco1869-1897
XIILuis María Téllez-Girón y Fernández de Córdoba1898-1909
XIIIMariano Téllez-Girón y Fernández de Córdoba1909-1931
XIVÁngela María Téllez-Girón y Duque de Estrada1931-1982
XVMaría del Pilar de Latorre y Téllez Girón1982-hoy

Historia de los duques de Uceda


Cristóbal Gómez de Sandoval-Rojas y la Cerda (12 de abril de 1577-Alcalá de Henares, 31 de mayo de 1624), I duque de Uceda, I duque de Cea ad personam, I marqués de Cea, I marqués de Belmonte, valido de Felipe III, del Consejo de Estado y de Guerra, caballero de la Orden de Santiago.
Casó con Mariana Manrique de Padilla y Acuña.​ Le sucedió su hijo:
Francisco Gómez de Sandoval Rojas y Padilla (m. 13 de noviembre de 1635), II duque de Uceda, II duque de Cea, VI marqués de Denia, II marqués de Belmonte, II marqués de Cea, II conde de Ampudia, XI conde de Buendía, IV conde de Santa Gadea, adelantado mayor de Castilla.
Casó el 29 de noviembre de 1612 con Feliche Enríquez de Cabrera Colonna, hija de Luis Enríquez de Cabrera y Mendoza, IV duque de Medina de Rioseco, y su esposa Vittoria Colonna Henríquez-Cabrera.​ Le sucedió su hija:
Felisa de Sandoval y Rojas Ursino (m. 1671), III duquesa de Uceda, III marquesa de Belmonte.
Casó con Gaspar Téllez-Girón y Sandoval, V duque de Osuna, V marqués de Peñafiel, IX conde de Ureña etc.​ Le sucedió su hija:
Isabel María de Sandoval y Girón (1653-1711), IV duquesa de Uceda, IV marquesa de Belmonte.
Casó el 16 de julio de 1677, en Madrid, con Juan Francisco de Pacheco Téllez-Girón y Velasco (1649-1718), III conde de la Puebla de Montalbán, I marqués de Menas Albas, virrey de Sicilia etc.6​ Le sucedió su hijo:
Manuel Gaspar Alonso Pacheco Téllez-Girón y Sandoval (Madrid, 11 de abril de 1676-1732), V duque de Uceda, V marqués de Belmonte, IV conde de la Puebla de Montalbán, comendador mayor en la Orden de Alcántara.
Casó con su prima carnal Josefa Antonia María Álvarez de Toledo y Portugal, hija de Manuel Joaquín Garcí-Álvarez de Toledo y Portugal, VIII conde de Oropesa, etc., y su esposa Isabel María Téllez-Girón.6​ Le sucedió su hijo:
Francisco Javier Pacheco Téllez-Girón y Toledo (Madrid, 16 de febrero de 1704-2 de enero de 1750), VI duque de Uceda, V conde de la Puebla de Montalbán, VI marqués de Belmonte, XIV señor de Gálvez y Jumela, tesorero perpetuo de las reales casas de la moneda de Madrid, gentilhombre de cámara del rey con ejercicio.
Casó el 17 de julio de 1727, en Madrid, con su tía María Luisa Lucía Téllez-Girón Fernández de Velasco Tovar y Guzmán, XI marquesa de Berlanga, hija del IV duque de Osuna.​ Le sucedió su hijo:
Andrés Manuel López Pacheco y Téllez-Girón, Acuña y López Sandoval y Pacheco (Puebla de Montalbán, 8 de noviembre de 1728-Madrid, 10 de julio de 1789), VII duque de Uceda, VI conde de la Puebla de Montalbán, VII marqués de Belmonte, IX marqués de Frómista, VII marqués de Caracena, XII marqués de Berlanga, VIII marqués de Toral, VII conde de Pinto, señor de Gálvez y Jumela, Osma, Berzosa, Alcubilla, las Moralejas, Inés, Samuñoz etc., caballero del Toisón de Oro y de la Orden de Carlos III, gentilhombre de cámara con ejercicio de los reyes Felipe V, Fernando VI y Carlos III de España, sumiller de corps del príncipe Carlos de Borbón (futuro Carlos IV de España), tesorero perpetuo de las reales casas de la moneda de Madrid.

Casó el 15 de septiembre de 1748, en Madrid, con su prima carnal María de la Portería Fernández de Velasco Tovar y Pacheco (1735-1796), VIII condesa de Peñaranda de Bracamonte, XVIII condesa de Luna, VI marquesa del Fresno.​ Le sucedió su hijo:

Diego Fernández de Velasco (Madrid, 8 de noviembre de 1754-París, 11 de febrero de 1811), VIII duque de Uceda, XIX conde de Luna, XIII duque de Frías, XIII duque de Escalona, X marqués de Frómista, VIII marqués de Belmonte, VIII marqués de Caracena, XIII marqués de Berlanga, IX marqués de Toral, VI marqués de Cilleruelo, XII marqués de Jarandilla, XIII marqués de Villena, VIII conde de Pinto, VII marqués del Fresno, X marqués de Frechilla y Villarramiel, X marqués del Villar de Grajanejos, XVII conde de Haro, XVII conde de Castilnovo, XVII conde de Alba de Liste, VII conde de la Puebla de Montalbán, IX conde de Peñaranda de Bracamonte, XV conde de Fuensalida, IX conde de Colmenar de Oreja, XV conde de Oropesa, XIV conde de Alcaudete, XIV conde de Deleytosa, XII conde de Salazar de Velasco, caballero de la Orden del Toisón de Oro y de la Orden de Santiago.
Casó el 17 de julio de 1780, en Madrid, con Francisca de Paula de Benavides y Fernández de Córdoba (1757-1827), hija de Antonio de Benavides y de la Cueva, II duque de Santisteban del Puerto etc. Le sucedió su hijo:

Bernardino Fernández de Velasco Pacheco y Téllez-Girón (20 de junio de 1783-28 de mayo de 1851), IX duque de Uceda, XX conde de Luna, XIV duque de Frías, XIV duque de Escalona, IX marqués de Belmonte, XI marqués de Frómista, IX marqués de Caracena, XIV marqués de Berlanga, X marqués de Toral, XIV marqués de Villena, IX conde de Pinto, VIII marqués del Fresno, XIII marqués de Jarandilla, XI marqués de Frechilla y Villarramiel, XI marqués del Villar de Grajanejos, XVIII conde de Haro, XVIII conde de Castilnovo, XIII conde de Salazar de Velasco, XVIII conde de Alba de Liste, VIII conde de la Puebla de Montalbán, X conde de Peñaranda de Bracamonte, XVI conde de Fuensalida, X conde de Colmenar de Oreja, XVI conde de Oropesa, XV conde de Alcaudete, XV conde de Deleytosa, caballero del Toisón de Oro y de la Orden de Calatrava, embajador en Londres, consejero de Estado durante el trienio constitucional (1820-1823), enviado a París en 1834 como representante especial en la negociación y firma de la cuádruple alianza, presidente del gobierno (1838)
Casó en primeras nupcias en 1802 con María Ana Teresa de Silva Bazán y Waldstein (m. 1805), hija de José Joaquín de Silva Bazán y Sarmiento, IX marqués de Santa Cruz de Mudela, X marqués del Viso, marqués de Bayona, VI marqués de Arcicóllar, conde de Montauto, y conde de Pie de Concha.​ Sin descendientes de este matrimonio.
Casó en segundas nupcias con María de la Piedad Roca de Togores y Valcárcel (1787-1830), hija de Juan Nepomuceno Roca de Togores y Scorcia, I conde de Pinohermoso, XIII barón de Riudoms.

Casó en terceras nupcias (matrimonio desigual, post festam, legitimando la unión de hecho) con Ana Jaspe y Macías (m. 1863). Le sucedió su hija:

Bernardina María de la Presentación Fernández de Velasco y Roca de Togores (1815-1869), X duquesa de Uceda, XXIII condesa de Luna, X condesa de Pinto, XIII condesa de Peñaranda de Bracamonte.
Casó en 1838 con Tirso María Téllez-Girón y Fernández de Santillán (1817-1871).  El 15 de diciembre de 1870 le sucedió su hijo:
Francisco de Borja Téllez-Girón y Fernández de Velasco (Madrid, 10 de octubre de 1839-8 de julio de 1897), XI duque de Uceda, XV duque de Escalona, IX conde de la Puebla de Montalbán, XV marqués de Villena, XIX conde de Alba de Liste, XI marqués de Belmonte, XI conde de Pinto, doctor en derecho, senador del reino por derecho propio, caballero de la Orden de Santiago, Gran Cruz de Carlos III, gentilhombre de cámara de Isabel II, Alfonso XII y de la reina regente de España.
Casó el 15 de octubre de 1867, en Madrid, con Ángela María de Constantinopla Fernández de Córdoba y Pérez de Barradas.​ El 7 de marzo de 1898 le sucedió su hijo:

Luis María de Constantinopla Téllez-Girón y Fernández de Córdoba (Madrid, 3 de marzo de 1870-1 de abril de 1909), XII duque de Uceda, XIV duque de Osuna, XVI marqués de Villena, XVIII conde de Ureña, caballero de la Real Maestranza de Sevilla, diputado a Cortes por Talavera de la Reina, gentilhombre de cámara del rey con ejercicio y servidumbre.​
Soltero y sin descendencia.​ El 9 de octubre de 1909 le sucedió su hermano:

Mariano Téllez-Girón y Fernández de Córdoba (Madrid, 9 de septiembre de 1887-San Sebastián, 3 de octubre de 1925), XIII duque de Uceda, XVI duque de Escalona, XVII marqués de Villena, XX conde de Alba de Liste, XIX conde de Ureña, XV duque de Osuna.16​
Casó el 10 de noviembre de 1921, en Sevilla, con Petra Duque de Estrada y Moreno (1900-1985).16​ El 25 de marzo de 1931 le sucedió su hija:

Ángela María Téllez-Girón y Duque de Estrada (Pizarra, Málaga, 7 de febrero de 1925-Sevilla, 29 de mayo de 2015), XIV duquesa de Uceda, XVI marquesa de Villafranca del Bierzo, XX condesa de Ureña, XII marquesa de Jabalquinto, XX condesa-XVII duquesa de Benavente, XVI duquesa de Arcos, XIX duquesa de Gandía, XVIII marquesa de Lombay, XX duquesa de Medina de Rioseco, XVI condesa de Peñaranda de Bracamonte, XIII condesa de Pinto, XIII condesa de la Puebla de Montalbán, IX duquesa de Plasencia, XVII marquesa de Frechilla y Villarramiel, XX condesa de Oropesa, XIV marquesa de Toral, XXI condesa de Alcaudete, XVIII marquesa de Berlanga, XIII marquesa de Belmonte, XVII condesa de Salazar de Velasco, XVII marquesa de Jarandilla, XIV marquesa de Villar de Grajanejos, XV marquesa de Frómista, XIX duquesa de Escalona, XX condesa de Fuensalida, dama de la Real Maestranza de Caballería de Zaragoza y de la de Valencia, Gran Cruz de la Orden Constantiniana de San Jorge, de la Orden de Malta, de la Orden del Santo Cáliz de Valencia y de la Real Asociación de Hidalgos a Fuero de España.

Casó en 1946 en primeras nupcias, en Espejo (Córdoba), con Pedro de Solís-Beaumont y Lasso de la Vega (1916-1959), caballero maestrante de Sevilla, y en segundas, en 1963, con José María de Latorre y Montalvo (1922-1991), VII marqués de Montemuzo, VIII marqués de Alcántara del Cuervo.​ El 4 de febrero de 1982, previa orden del 24 de septiembre de 1981 para que se expida la correspondiente carta de sucesión,18​ le sucedió, de su primer matrimonio, su hija:
María del Pilar de Latorre y Téllez Girón (n. Madrid, 16 de junio de 1977), XV duquesa de Uceda, XIV marquesa de Belmonte, VIII marquesa de Montemuzo.
Casó el 23 de octubre de 1993, en Espejo (Córdoba), con Miguel Ángel Pastor y Vélez.

Linajes

• Sandoval
• Pacheco (Casa de Escalona)
• Téllez-Girón (Casa de Osuna)
• Latorre


Gómez de Sandoval y Rojas, Cristóbal. Duque de Uceda (I). Denia (Alicante), 12.IV.1581 – Alcalá de Henares (Madrid), 31.V.1624. Valido de Felipe III.

Documento de 1611 en el que Felipe III otorga a Cristóbal Gómez de Sandoval, primer duque de Uceda, las alcabalas de Uceda y los lugares de su jurisdicción.


Nació en el seno del poderoso linaje de los Sandovales, siendo el cuarto hijo del matrimonio constituido por Catalina de la Cerda y Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, V conde de Denia, I marqués de Cea, I conde de Ampudia, V conde de Lerma y I duque de Lerma, gran valido de Felipe III. Su formación intelectual y humana tuvo lugar en la propia Corte donde, ya de corta edad, desempeñaba el oficio de menino del príncipe (luego Felipe III) y, probablemente, no estuvo sometida a un plan sistemático, al menos teóricamente, ni debió de ser muy esmerada. En los años de juventud, su educación fue encomendada a Juan Bautista de Acevedo, quien fue designado en la Corte en 1586 por el duque de Lerma ayo y maestro de su hijo mayor, Cristóbal de Sandoval. Los cronistas del reinado y los embajadores extranjeros en las Cortes de Valladolid y Madrid coinciden en describir a Cristóbal Gómez de Sandoval, en el marco de su actuación personal, como un noble cortesano de carácter tímido, apocado y discreto que participó al lado de su padre (a quien estaba predestinado a suceder en su casa y mayorazgo y también en los cargos que desempeñaba en la Corte y al frente de los papeles de gobierno) en los actos más importantes y que colaboraba, ya sistemáticamente desde 1610, en las tareas de gobierno junto a él. Casó en 1597 con Mariana de Padilla y Acuña, hija de Martín de Padilla, adelantado mayor de Castilla, de cuyo matrimonio nacieron siete hijos.


Sucedió como segundo marqués de Cea, que le correspondía como primogénito de la casa y mayorazgos de Lerma, añadiéndole el rey Felipe III, con carácter vitalicio y personal e igual denominación que la merced anterior, el título de duque de Cea, por Merced Real de 12 de febrero de 1604. Asimismo, era marqués de Belmonte, título al que añadió los de IV conde de Lerma y V marqués de Denia, y en 1610 el de I duque de Uceda por haber comprado la villa de Uceda el año anterior. También ostentó la categoría de Grande de España. Desde temprana edad, y como parte de la estrategia acaparadora de su padre, desempeñó diversos oficios en la Corte, siendo, después de menino del príncipe, gentilhombre de la cámara, sumiller de corps y caballerizo mayor de Felipe III; mayordomo mayor de sus hijos, los infantes Carlos, Fernando y María (abril de 1618) y de la princesa María Luisa, y caballerizo mayor de Felipe IV (abril de 1621). En la Administración central perteneció a los consejos de Guerra (1603) y de Estado (1621). Fue alcaide de la Alhambra de Granada, tesorero perpetuo de la Casa de la Moneda de Madrid (1614) y primer ministro de la Monarquía (1618). La formación de su patrimonio fue una consecuencia natural de su posición privilegiada en la Corte y en la familia. Administró y disfrutó del riquísimo mayorazgo de los Padilla del que su mujer, Mariana, fue la única heredera. Como caballero de la Orden de Santiago poseyó las encomiendas de Hornachos (desde 1601), de Caravaca (desde 1606) y Monreal, y como caballero de la Orden de Calatrava, las de Bolaños. También realizó diversas adquisiciones, entre las que se cuentan las villas de Uceda, Fuente el Fresno, Berrueco y Torremocha (1609).

Junto a los bienes anteriores, los inmuebles supusieron una parte importante del patrimonio del duque de Uceda, quien, establecida por entonces la moda aristocrática de construir palacios urbanos en la Corte, construyó en 1613 lo que serían “sus casas principales” junto a la iglesia de Santa María, en el ámbito físico de la ladera sur de Madrid. Asimismo, edificó para la Iglesia, siendo sus obras más relevantes la fundación de una casa y convento de frailes franciscanos descalzos en la villa de Uceda, y en Madrid, el monasterio del Sacramento (1615) de monjas bernardas recoletas.

Son varios los testimonios que refieren la Corte española de comienzos del siglo XVII, tanto en Valladolid como en Madrid, como marco de la actuación personal de Gómez de Sandoval, un noble cortesano que participaba en los asuntos públicos de la Corte al lado de su padre, emparentado con las familias nobles más importantes del momento gracias, en parte, a los matrimonios que proyectó para sus hijos. Casó a su hijo primogénito (Francisco de Sandoval y Rojas) en 1612 con una hija del IV duque de Medina de Rioseco, almirante de Castilla; a su hija Luisa de Sandoval, en el mismo año, con el V duque de Medina de Rioseco, y almirante de Castilla; a su hija Isabel Raimunda, en 1617, con el marqués de Peñafiel, hijo y heredero del III duque de Osuna.

La partida definitiva de la Corte a Madrid en 1606 marcó un punto de inflexión negativo en el valimiento del duque de Lerma y también en las disensiones con su hijo mayor, que, generadas tiempo atrás, se agravaron definitivamente en 1610, cuando Lerma anunció su propósito de contraer un segundo matrimonio que podía perjudicar la herencia de Cristóbal Gómez de Sandoval. No obstante, las razones determinantes de esta doble crisis institucional y personal (que terminaría en 1618 con la caída de Lerma y con el recurso al valimiento del duque de Uceda) están en relación directa con la gestión del poder del valido materializada a través de sus “hechuras” que suscitó ya en 1608 la reacción adversa de los cortesanos y del propio Rey y en función de la coyuntura políticoeconómica compleja que afrontaba España en la segunda década del siglo XVII, canalizada en un amplio malestar social. En 1611, el ascenso de Rodrigo Calderón al cargo de chambelán del Rey provocó el enfrentamiento abierto entre el nuevo oficial de la Corte y el duque de Uceda como cabeza visible de un grupo significativo de Grandes, hartos de ver al que llamaban el “bajo favorito” actuar entre el Rey y ellos. Por otra parte, el oficio de confesor del Rey había sido proveído por Lerma en 1608 en la persona de fray Luis de Aliaga, hasta entonces confesor suyo, quien, a pesar de ser una de sus hechuras, pronto se alió con la reina Margarita y con el duque de Uceda.

Aunque en 1613 se daba ya un reconocimiento público de la existencia de diferentes facciones en el seno de la Corte, sería en 1614, en la dedicatoria de los Discursos para todos los evangelios de la cuaresma editado en Madrid ese mismo año, de Cristóbal de Fonseca “Al ilustrísimo y excelentísimo señor D. Cristóbal de Sandoval, Duque de Uceda, gentilhombre de la Cámara del Rey nuestro señor”, cuando se presentaba ya a la sociedad al duque de Uceda como un personaje de interés político, dotado de virtudes públicas poco comunes en la época tales como estar al servicio del Rey por amor y lealtad y no por interés; estar libre de la ambición y la arrogancia, etc., que le proclamaban claramente como una alternativa de poder frente a su padre e incluso frente al confesor.

Tanto el fortalecimiento del partido militarista (formado en 1612 por los sectores partidarios de una política internacional más incisiva que supusiera un cambio radical y una vuelta a los tiempos de Felipe II), como los polémicos nombramientos de los servidores de la casa del príncipe cuando se constituyó en 1615, o la aparición por la misma época de las primeras publicaciones que cuestionaban abiertamente las teorías del duque de Lerma y sus aliados sobre la justificación y la legitimación de la figura del valido (Mateo López Bravo, Quevedo, fray Juan de Santamaría, etc.), determinaron una coyuntura crítica cuyas secuelas vendrían a caracterizar los acontecimientos políticos de todo el reinado de Felipe III. A la altura de 1615, era manifiesto el enfrentamiento de las dos principales facciones de la Corte, surgidas con anterioridad pero nucleadas ahora en torno a diferentes miembros de la familia Sandoval al estar encabezadas, una por Lerma, y otra por la coalición formada por Uceda y Aliaga, ésta en fase ascendente por el apoyo que recibía de un sector significativo de la nobleza cortesana compuesto por el duque del Infantado, Baltasar de Zúñiga, el conde de Paredes y el conde de Olivares, entre otros. En el período 1613-1615, la posición del duque de Uceda, introducido por su padre en las tareas habituales del despacho y del gobierno, se perfilaba y en algunos planos destacaba respecto a la de éste que acabó por reservarse únicamente una especie de superintendencia general de los asuntos. En 1617, Uceda fue nombrado ministro intermediario entre el Rey, las instituciones de gobierno en la Corte y los oficios reales en Nápoles, participando al mismo tiempo de forma sistemática en el gobierno, como se constata en los billetes que empezó a mandar para que los diferentes Consejos tratasen determinados temas por orden del Rey. Finalmente, al obtener Lerma en abril de 1618 el capelo cardenalicio, todos los oficios de palacio que desempeñaba tuvieron que pasar a Uceda, quien se convirtió en la persona más influyente cerca de Felipe III.

A comienzos del mes de septiembre de 1618, tuvo lugar en la Corte la llamada “revolución de las llaves”, una intriga palaciega ocasionada con motivo de los cambios introducidos por el Rey en determinados oficios de la casa del príncipe que, a instancia del duque de Uceda y de Aliaga, pretendían ejercer un control más protector del entorno y de la formación del futuro Rey. Para ello, Felipe III ordenó al duque de Lerma que privase a Fernando de Borja (miembro destacado de la familia Sandoval afín a Lerma y opuesto a Uceda) del oficio de camarero mayor del príncipe ofreciéndole a cambio el virreinato de Aragón. El duque de Lerma eludió el mandato y el Rey recurrió a Uceda para que en su lugar comunicase a Borja su resolución. A pesar de la resistencia que opuso, finalmente se vio obligado Fernando de Borja a entregar la llave de la cámara del príncipe acudiendo, acompañado del conde de Lemos (otro miembro de la familia Sandoval afín a Lerma y muy contrario a Uceda), a quejarse primero a Lerma y después ante el Rey. Este incidente resultó de gran trascendencia, ya que provocaría la salida de la Corte de los principales personajes de la facción lermista (Borja, Lemos y Catalina Sandoval, hermana del valido y hasta entonces camarera mayor de la Reina) y del propio Lerma, y la designación, en su lugar, al servicio del príncipe, de dos personajes de confianza de Aliaga, Pedro de Zúñiga y el conde de Nieva. Al mismo tiempo, para la cámara del Rey eran nombrados el almirante de Castilla, Juan Alfonso Enríquez de Cabrera y Juan Téllez Girón, marqués de Peñafiel, ambos yernos del duque de Uceda. Tales cambios dejaron en evidencia la pérdida de poder de Lerma frente al signo ascendente de la coalición Uceda-Aliaga, apoyada por la nobleza cortesana disidente con la política del hasta entonces todopoderoso valido.

La retirada definitiva de Lerma de la Corte en octubre de 1618 abrió un período de gran incertidumbre que el Monarca finalmente zanjó con el reconocimiento al duque de Uceda de ciertas responsabilidades en el gobierno, pero mucho más recortadas que las que había ostentado su padre (Decreto de 17 de noviembre de 1618), dando paso con ello a una nueva definición de la privanza fundamentada en una voluntad de continuismo y de limitación de las atribuciones, que no supuso, de hecho, trasformaciones sustanciales, pues en el fondo —no en la forma— la gestión de Uceda fue, a pesar de la depuración política y administrativa que se emprendió dentro y fuera de la Corte, en muchos aspectos similar a la de su padre: un valimiento aristocrático que representaba en la Corte los intereses del clan de los Sandovales que desarrolló un esquema conservador tanto en lo que se refiere a la política interior como exterior de la Monarquía hispánica.

Así, el duque de Uceda, en colaboración con Aliaga, intentó ejercer durante los dos años siguientes una apariencia de poder al precio de cometer numerosas torpezas, demostrando una notoria incompetencia para los asuntos del gobierno y una acusada falta de autoridad para afrontar la coyuntura, y recibiendo por ello severas críticas dentro y fuera de la Corte por su incapacidad para gobernar. En tal situación, muchos creyeron que la solución de los males de la Monarquía podía encontrarse en el reajuste de los poderes del Rey y del reino, un objetivo que sólo podía conseguirse si se permitía que Cortes y Consejos recobraran su papel en la gobernación interferido por la acción de los validos. En esta línea, se movía la opinión expresada en la consulta del Consejo de Castilla de 1 de febrero de 1619 en la que se señalaba que los peores males del reino (la despoblación; la crisis de la agricultura; la crisis de la Hacienda; la destrucción de la justicia y el incremento de la corrupción en la administración de los reinos, principalmente por la venta de oficios) tenían causas fundamentalmente políticas y sólo podrían ser frenados si los gobernantes se comprometían a la utilización correcta del consejo del Rey, lo que suponía una total restauración de las formas tradicionales de gobierno. La circulación de estas ideas en período del valimiento del duque Uceda y de Aliaga confiere a su privanza un carácter peculiar en la medida en que quería significar una vuelta a la vigencia de la Monarquía definida por la relación “rey en consejo”, y el privado como un consejero más. Pero la materialización de estas mismas ideas produjo una intensificación de la lucha por el poder y la influencia, en la que participaron numerosos individuos y grupos que acabaron pronto con el sueño del duque de Uceda de que, después de su padre él, junto con Aliaga, lo controlaría todo. Fueron incapaces de ejercer algo más que una apariencia de poder y pronto tuvo lugar un abierto enfrentamiento entre los privados del Rey: Uceda y Aliaga, y los privados surgidos en torno a la figura del príncipe heredero, esto es, Zúñiga y Olivares, quienes pugnaban por una política interior más activa.

Cuando el 31 de marzo de 1621 el Rey moría, tras una breve e inesperada enfermedad, y Felipe IV entregaba el poder a Zúñigas y Guzmanes, también finalizó el monopolio de poder que venían ejerciendo desde los comienzos del siglo el clan de los Sandovales encarnado en los valimientos consecutivos de Lerma y Uceda. Se procedió entonces a una reorganización inmediata y radical del poder en la Corte protagonizada por los nuevos validos al tiempo que se desencadenaba una persecución sistemática del duque de Uceda, del padre Aliaga y de sus hechuras, que tuvo mucho de propagandístico y de ejemplarizante contra la supuesta corrupción de un sistema sobre cuyos errores se quería construir un modelo de gobierno depurado y radicalmente distinto. Ante el cariz que tomaban los acontecimientos, el duque de Uceda envió un memorial al joven Rey titulado Relación de servicios del Sr. Duque de Uceda en el que le recordaba todos los servicios que había prestado su familia a la Corona, aunque no por ello pudo evitar ser acusado de corrupción y desterrado de la Corte. Posteriormente, en diciembre de 1622, fue nombrado, más por la compasión que por conveniencia, virrey de Cataluña, cargo que no aceptó. Poco después, fue encausado de nuevo e imputado de haber ayudado a su consuegro el duque de Osuna en las irregularidades que había cometido como virrey de Sicilia y Nápoles, siendo condenado a ocho años de destierro y a pagar 20.000 ducados. Cumplió su confinamiento primero en su villa de Uceda, luego en Toledo y después en Torrejón de Velasco, y Alcalá de Henares, donde murió privado de libertad el 31 de mayo de 1624, siendo traído a enterrar subrepticiamente a Madrid en el monasterio del Sacramento de monjas cistercienses descalzas que él mismo había fundado para su enterramiento junto a su palacio.

El duque de Uceda no fue un hombre de Estado, sino un amigo del Rey, que tuvo en todo momento presente, no el modelo de gestión de su padre, aunque sí su significación como factor de representación del clan nobiliario al que pertenecía. En el proceso de institucionalización del valimiento, el duque de Uceda encarnó una fórmula de poder, no personal sino compartida, por necesidad, con Aliaga en cuyo reparto de atribuciones ejerció el papel de confidente privado del Rey y que supuso en cierta manera una vuelta a la forma clásica de gobierno en relación a la mecánica de los Consejos, respecto a la tramitación de las consultas.

 

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