Una gladiatrix o gladiadora era la contrapartida femenina al gladiator o gladiador, un luchador armado que se enfrentaba en combates violentos con otros humanos o con animales para el entretenimiento del público en la antigua Roma. Estaban bien preparadas y luchaban contra gladiadores y contra otras gladiadoras. Los espectáculos entre gladiadoras solían reservarse para el horario nocturno, ya que ellas luchaban con el torso descubierto y sólo llevaban atuendo y armadura de cintura para abajo. Esto le daba un sentido erótico al espectáculo. Su existencia queda atestiguada por evidencias arqueológicas y literarias. Sin embargo, pese a la extensión popular del término «gladiatrix», este término fue inventado a posteriori, ya que no aparece así citado en ninguna de las fuentes clásicas de la época. Evidencias El Decreto de Larinum, promulgado durante el gobierno de Tiberio, prohibía a las hijas, nietas y bisnietas de senadores y a «cualquier mujer cuyo marido o padre o abuelo, ya fuera por vía materna o paterna, o hermano hubiese poseído el derecho a sentarse en los asientos reservados para los équites» entrenarse o realizar apariciones remuneradas como gladiadoras, lo cual implicaba (aunque no confirmaba) que algunas mujeres ya aparecían como gladiadoras en espectáculos. Sin embargo, la primera aparición de una gladiatrix atestiguada directamente en las fuentes históricas tiene lugar bajo el gobierno de Nerón, durante los juegos celebrados con ocasión de la visita de Tiridates I de Armenia y relatados por Tácito.4 También existe una referencia en El Satiricón de Petronio, probablemente basado en un espectáculo real, de un essedarius femenino, un gladiador que luchaba sobre un carro de estilo celta. Según Suetonio, en su obra Vidas de los doce césares, el emperador Domiciano gustaba de organizar combates a la luz de las antorchas entre enanos y mujeres. A partir de ilustraciones se puede inferir que luchaban a pecho descubierto y que en muy pocas ocasiones llevaban cascos, no importa qué tipo de gladiador caracterizaran. Las mujeres aparentemente luchaban por la noche, y el hecho de que esto coincidía con los principales eventos de los Juegos indica la posible importancia y rareza de la participación de mujeres como gladiadoras. La mayoría de los historiadores modernos considera que estos espectáculos eran verdaderas novedades, dada la escasez de documentos escritos en los que aparecen, aunque la escritora Amy Zoll sugiere que el hecho de que los historiadores antiguos mencionaran estos hechos de manera tan casual pudiera suponer que se tratase de eventos mucho más extendidos de lo que la evidencia directa pudiera indicar. El autor de una inscripción encontrada en Pompeya presume de ser el primer editor en traer mujeres gladiadoras a la ciudad. Dion Casio (62.3.1) menciona que en un evento patrocinado por Nerón en el año 66 lucharon no sólo mujeres, sino también niños. Se sabe que el emperador Nerón también obligaba a las mujeres de algunos senadores romanos a participar en los espectáculos de los anfiteatros, aunque no se sabe si como luchadoras. También se menciona la participación de gladiatrices en los juegos organizados por Domiciano en los textos de Suetonio, Marcial y Estacio. Prohibición Septimio Severo prohibió los espectáculos gladiatorios femeninos alrededor del año 200. Sin embargo, la existencia de una inscripción en Ostia en la que se anuncia mulieres (mujeres) compitiendo hace que se considere que la prohibición no fuera efectiva. |
Un gladiador (en latín: gladiator, de gladius, espada) era un combatiente armado que entretenía al público en la Antigua Roma en confrontaciones violentas y mortales contra otros gladiadores, contra animales o contra condenados a muerte. La mayoría de los gladiadores eran criminales condenados, esclavos o prisioneros de guerra, aunque algunos eran hombres libres (y no siempre de baja extracción: el emperador Cómodo escandalizó a toda Roma al combatir en la arena del circo), los cuales perdían, si eran ciudadanos romanos, sus derechos cívicos. Los primeros combates de gladiadores en Roma están documentados en el 264 a. C. y obtuvieron inmediatamente gran éxito entre el pueblo. En la época de la República, se celebraban en el Foro, ya que el primer anfiteatro (el de Estatilio Tauro, que estaba al sur del Campo de Marte) no se levantó hasta el 29 A.C.
Gladiadores |
Los gladiadores se formaban en escuelas especiales para combatir después en el circo, a cargo de unos entrenadores llamados lanistas, que a la vez eran empresarios. Según Indro Montanelli, eran las "escuelas más rigurosas de la Antigüedad", y al acceder a ellas, el aspirante a gladiador debía jurar estar dispuesto a hacerse "azotar, quemar y apuñalar".
Dependiendo por su manera y forma de combatir existían varias clases de gladiadores: mirmillón, tracio, etc. El nombre con el que eran conocidos dependía de si llevaban cascos, o de la forma del mismo, escudo, espada o red, o incluso la habilidad que poseían para la lucha.
Provocatrix |
El combate se dividía en varias partes, e iba desde el momento en que atravesaban la ciudad mientras se dirigían al anfiteatro, hasta que se declaraba victorioso uno de los gladiadores y era premiado con palmas, coronas adornadas de cintas, en los tiempos del Imperio, una cantidad de dinero y ocasionalmente la libertad.
Provocatrix |
Provocatrix |
Provocatrix |
Origen de los gladiadores
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El origen de los combates de gladiadores hay que buscarlo en las costumbres funerarias de los etruscos, aproximadamente en el siglo VI a.C.,3 en cuyos monumentos aparecen representados, y, remontándose algo más, es probable que se encontrase alguna relación con la costumbre de inmolar los prisioneros en la tumba del héroe muerto en la guerra, practicada por algunos pueblos primitivos.
Constituían una parte de los juegos fúnebres de los etruscos y parecen referirse al culto de Saturno, lo cual indica que en un principio se celebraban durante las Saturnales. Dichos combates se introdujeron en Roma hacia el siglo III a. C. Como no siempre había prisioneros que combatieran mientras el cadáver se quemaba en la pira, pues tal era el momento en que se producía el duelo gladiatorio, en que la sangre que se vertía era como un holocausto ofrecido al difunto, no faltaban hombres temerarios que se prestaban libremente a combatir. Tales fueron los primeros gladiadores.
Como sucedió con otras muchas costumbres de la antigüedad, los combates de gladiadores, que habían comenzado como un rito de significado religioso, acabaron por ser un espectáculo público que llegó a inspirar una pasión desenfrenada.
Si se ha de creer a Valerio Máximo y al historiador romano Tito Livio en su obra "Ab Urbe Condita Libri", fueron los hermanos Marco Junio Pera (Cónsul Romano en el año 230 a. C., Censor Romano en el año 225 a. C. y último Dictador Romano en el año 216 a.C) y Décimo Junio Pera (Cónsul Romano en el año 266 a. C., y Censor de Roma en el año 253 a. C.) quienes dieron el primer munus gladiatorium en el año 490 de Roma, 264 a. C, en el foro Boario con motivo de los funerales de su padre el no menos célebre Junio Bruto Pera, quien fuera Cónsul Romano en el año 292 a. C. y descendiente directo (de rancio linaje etrusco) de una de las familias fundadoras de Roma.
Los autores antiguos, especialmente Suetonio, dan muchos detalles de los combates de gladiadores y de la intervención que en tales fiestas tomaron algunas veces los emperadores. Por ejemplo, Nerón hizo pelear un día en el anfiteatro a cuatrocientos senadores y doscientos caballeros. Trajano, de vuelta de su expedición al Danubio, hizo que, en los 123 días de las fiestas organizadas, combatieran diez mil gladiadores.
Como eran muchos los sistemas pensados para combatir y variados los lances y suertes de cada combate, se fijaron reglas al arte del gladiador, cuya enseñanza estaba encomendada a los lanistas o gladiadores viejos. A cargo de éstos, estaban los gladiadores fiscales, o dependientes del fisco, pues el Estado los mantenía bajo un régimen especial y les pagaba. Otros lanistas reclutaban y mantenían muchachos para combatir en la arena, que luego alquilaban para funerales, comidas y otras solemnidades. No faltaron tampoco particulares opulentos que tenían gladiadores y los césares, como es lógico, poseían los mejores.
Los gladiadores educados en las escuelas por los lanistas se alquilaban o vendían, de suerte que los lanistas eran al mismo tiempo sus maestros y sus empresarios. Estas escuelas, que la gente rica se daba el lujo de sostener en los últimos años de la República, estaban repartidas en diferentes puntos del territorio romano. El Imperio fundó muchas otras: Domiciano estableció cuatro en Roma, llamadas ludus Gallicus, Dacicus, magnus y matutinus. En Preneste, Rávena y Alejandría, a causa de lo saludable de su clima, se establecieron esta clase de instituciones imperiales y la escuela de Esgrima de Capua conservó mucho tiempo su antigua reputación.
Había diferentes clases y categorías de gladiadores que se diferenciaban por su armamento y su manera de combatir. Los más populares eran los siguientes:
Los samnitas tomaban su nombre de un armamento especial tomado del pueblo homónimo. Se decía que los campanianos, después de la victoria alcanzada por el dictador Papirio Cursor sobre los samnitas en el año 44 de Roma, adoptaron para sus gladiadores el equipo militar de sus vencidos que se componía de un gran escudo oblongo, un casco con visera, cresta y cimera de plumas, una ócrea en la pierna izquierda, una especie de brazal de cuero o metal que cubría en parte el hombro en el brazo derecho y una espada corta. Fue el primer tipo de gladiador en aparecer.
Los murmillos o mirmillones se distinguían por su casco de bordes amplios con una alta cresta, que les daba aspecto de pez. Llevaban túnica corta, cinturón ancho, armadura en su pierna izquierda y en su brazo derecho y el clásico escudo rectangular curvado del legionario romano. Su arma era la espada corta y recta del legionario o gladius, de donde los gladiadores toman su nombre. Se cree que el estilo de su vestimenta y armas deriva de los guerreros galos. En ocasiones luchaban con armadura completa, convirtiéndose en un formidable oponente.
Los gladiadores tracios contaban con un pequeño escudo rectangular o "parmula" (de aprox. 60 x 65 cm) y una espada muy corta con hoja ligeramente curva o "sica", con el objeto de atacar la espalda desarmada de su oponente. Su indumentaria incluía armadura en ambas piernas, necesarias dado lo reducido de su escudo, protector para el hombro y brazo de la espada, túnica corta con cinturón ancho y casco con pluma lateral, visera y cresta alta. Derivado del guerrero griego de Tracia, como su nombre lo indica.
En tiempo del Imperio romano estaban muy en boga los gladiadores llamados secutores que iban armados de casco, escudo y espada, derivación de los mirmillones para combate con los reciarios. Sus armas eran iguales a las de los mirmillones, con excepción del casco, que era completamente liso y con pequeños agujeros para los ojos, para evitar ser atrapados en la red de los reciarios.
Los reciarios combatían con los secutores y vestían túnica corta o faldilla con cinturón y llevaban el brazo izquierdo cubierto con una manga, iban con la cabeza descubierta y armados de una red, un tridente (fuscina) y un puñal. La habilidad del reciario consistía en lanzar la red para cubrir a su oponente por la cabeza, inmovilizarle y clavarle el tridente a través de la misma. El puñal se utilizaba para matar a su adversario o para deshacerse de la red, cortando la línea que la sujetaba a su muñeca. Los reciarios excepcionalmente combatían contra los mirmillones que iban armados y combatían del mismo modo que los secutores.
Los laquearii eran unos gladiadores que aparecieron en los últimos tiempos del Imperio y que iban escasamente armados. Su característica era el uso del lazo, con técnica similar a los reciarios.
Los Hoplomachus llevaban armadura completa, compuesta de casco con visera, coraza y ócreas. Armados con una lanza y un escudo circular, a semejanza del que usaba la infantería griega: los hoplitas.
Los gladiadores que combatían a caballo (equites) llevaban un casco con visera cerrada, los brazos envueltos en correas por arma ofensiva tenían el spiculum y por arma defensiva la parma.
Los que combatían sobre carros (essedarii) querían imitar las hábiles maniobras de los guerreros bretones, modo de combatir que fue introducido en Roma por César.
Los andabatae eran aquellos forzados a combatir y que llevaban un casco sin agujeros en la visera.
Los dimachaerus luchaban con dos espadas y grebas que protegían ambas piernas, cinturón ancho y protección en los brazos. A este tipo pertenecía al parecer Espartaco.
Los provocatores que solían abrir las tardes de los espectáculos de combate en los anfiteatros. Combatían con espada, escudo, casco con dos viseras pero sin ala para no ser enganchados por las redes de los reciarios, con los que frecuentemente luchaban y un protector en el pecho (cardiophylax).
Provocatrix |
Provocatrix |
El combate
El día de la fiesta los gladiadores lujosamente vestidos se dirigían al anfiteatro atravesando la ciudad. Una vez en la arena efectuaban un simulacro con armas de madera o sin punta (arma lusoria) que venía a ser una preparación para la lucha. Se tocaba un cuerno como señal de comienzo del combate. Entonces, los lanistas escogían a los gladiadores que debían actuar y delimitaban el espacio del combate en la arena marcándolo con un bastón. Al llegar los gladiadores al momento final del triunfo preguntaban al público si debían matar al vencido o no, el cual previamente había pedido clemencia levantado la mano. Si los espectadores entendían que merecía el perdón subían el pulgar, haciendo ver que el vencedor debía arrojar su arma a tierra, aunque hay fuentes que aseguran que lo que se hacía era esconder el pulgar, queriendo decir que el vencedor debía envainar la espada. Aun así, solamente uno de cada diez gladiadores moría y generalmente era por las heridas accidentales en la batalla, se le mataba para evitarle el sufrimiento.4 Si se dictaminaba muerte, lo que se hacía era dirigir el pulgar en posición horizontal y con una serie de movimientos en dirección al cuerpo, que algunos han interpretado en dirección a la garganta, señalando el fatídico punto hacia donde debía dirigir el golpe mortal. Aunque lo más probable es que el vencedor hundiera su arma entre la clavícula y el omóplato, para llegar al corazón y de esa manera dar una muerte rápida.
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El vencido, en ese último momento, no ofrecía resistencia, y afrontaba su muerte con dignidad. También es bastante desconocido el hecho de que el índice de supervivencia de los gladiadores era mayor de lo que se piensa. Durante el Bajo Imperio, tan solo el emperador tenía el derecho de perdonar o condenar a muerte. Los gladiadores victoriosos recibían en premio palmas, coronas adornadas de cintas y en los tiempos del Imperio una cantidad de dinero. Cuando a un gladiador se le entregaba en premio una espada roma (rudi) era señal de que se le autorizaba para abandonar la profesión de gladiador.
gladiatrix |
Los gladiadores que morían en la arena eran arrastrados al espoliario por los esclavos que estaban al servicio del anfiteatro los cuales se valían de un garfio de hierro y los sacaban por la puerta llamada de la Muerte. Dicha puerta conducía al Spoliarium, dependencia del anfiteatro destinada a depositar los cadáveres para despojarlos de sus armas y vestiduras, acto que determina bien el concepto de expoliar de donde proviene la palabra.
Extracto de Séneca sobre los gladiadores
El filósofo Lucio Anneo Séneca nos dejó un texto donde nos muestra su consternación ante la estéril y sangrienta matanza de gladiadores en el circo romano:
Por casualidad, a mediodía asistí a una exhibición, esperando un poco de diversión, unos chistes, relajarme... Pero salió todo lo contrario... Estos peleadores de mediodía salen sin ningún tipo de armadura, se exponen sin defensa a los golpes, y ninguno golpea en vano... Por la mañana echan los hombres a los leones; al mediodía se los echan a los espectadores. La multitud exige que el victorioso que ha matado a sus contrincantes se encare al hombre que, a su vez, lo matará, y el último victorioso lo reservan para otra masacre. Esta clase de evento toma lugar estando casi vacías las gradas... Al hombre, sagrado para el hombre, lo matan por diversión y risas.Lucio Anneo Séneca
El antiguo pueblo romano era violento, y le gustaba estos juegos de violencia extrema, le gustaba la sangre y espectáculo.
ResponderEliminarFrancia Carolina Vera Valdes, le gusta gladiadores
ResponderEliminarera espectaculo las gladiadoras, tenian exvivit un pecho para darle carácter sexy
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