Este memorial es uno de los grandes secretos de Berlín, ya que se encuentra escondido en el Parque de Treptow, uno de los parques más grandes de la ciudad situado en el barrio de Treptow-Köpenick. La primera vez que estuve en Berlín ni me enteré de su existencia, pero lo primero que hice al volver allí el pasado verano fue visitarlo.
A él se accede por dos puertas de piedra (una en Puschkinallee y la otra en Am Treptower Park) decoradas con motivos de la URSS y con inscripciones en alemán y ruso, algo omnipresente en el resto del memorial.
Antes de seguir avanzando en nuestra visita, voy a explicar un poco el porqué de este monumento. Lo construyó la URSS como recordatorio a los más de 80,000 soldados soviéticos que perdieron sus vidas en la Batalla de Berlín (abril/mayo de 1945), la última gran ofensiva de la Segunda Guerra Mundial. También sirve como cementerio para 5,000 de ellos. Fue diseñado por un arquitecto llamado Yakov Belopolsky, y tras tres años de construcción abrió sus puertas finalmente al público en 1949.
Desde su apertura, la opinión de los berlineses sobre dicho memorial suele ser bastante dispar, ya que algunos ven a aquellos soldados como auténticos libertadores y otros sólo como animales que llegaron dispuestos a saquear la ciudad y a violar a toda mujer entre 8 y 80 años. Sobre ésto por supuesto se ha escrito de todo, y yo poco puedo opinar ya que no estuve allí, pero tengo pendiente leer Eine Frau in Berlin (Una mujer en Berlín), publicada anónimamente y escrita por una de las mujeres víctimas de aquellos días de locura.
Volviendo a nuestra visita, ambas puertas forman los extremos de un pasillo transversal rodeado de vegetación en cuyo centro se encuentra una estatua de la Madre Patria llorando la muerte de sus hijos.
Y llegamos a la entrada principal del monumento, flanqueada por dos estructuras triangulares de granito rojo representando la bandera de la Unión Soviética. A los pies de ambas, dos soldados arrodillados nos dan la bienvenida. Hemos llegado al memorial del Parque de Treptow.
Las dos veces que lo he visitado he tenido la sensación de que aquello me venía grande, las proporciones son tan impecables que no se siente su magnitud hasta que te paras a mirar los pequeños detalles o empiezas a andar por él. Aunque el motivo original por el que Iósif Stalin mandó construir el memorial fue para conmemorar la muerte de aquellos soldados que perecerieron en Berlín, hay quien dice que también es un recordatorio a Alemania del Este, como diciendo:
“Que no se os olvide que fue el Ejército Rojo el que os liberó de los Nazis”, de ahí que nos imponga tanto.
Llama la atención no ver ninguna estatua de Stalin allí, pero su nombre está presente en los dieciséis sarcófagos que adornan los laterales del pasillo central, a un lado con citas suyas en alemán y al otro con las mismas pero en ruso. Junto a dichas citas tenemos relieves representando escenas militares, ejemplos del realismo socialista que acompañaba a la mayoría de estas construcciones.
Y para terminar, mi parte favorita del monumento: un soldado soviético que, espada en mano, protege a una niña pequeña de los Nazis, representados como una Esvástica destrozada a los pies del libertador. La estatua, realizada en bronce por el escultor Yevgeny Vuchetich, mide 12m de altura y gobierna todo el memorial desde lo alto de un montículo.
Reposa sobre un pedestal en cuyo interior encontramos otro memorial más pequeño. Desde allí, a los pies del soldado, nos despedimos del monumento conmemorativo del Parque de Treptow, con una de las mejores vistas del lugar.
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