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La Santa Iglesia Catedral Metropolitana de Santa María la Real de la Almudena, conocida simplemente como Catedral de la Almudena, es un templo catedralicio de culto católico, dedicado a la Virgen María bajo la advocación de la Almudena.
Construida en el emplazamiento de una antigua mezquita, la catedral de Almudena toma su nombre de la palabra árabe al-mudayna, que significa "ciudadela". Según la leyenda, cuando en 1083 Alfonso VI reconquistó Madrid y expulsó a los musulmanes, se obsesionó con encontrar un valioso icono de la Virgen María que siglos atrás había sido escondido entre los muros de la ciudadela para que estuviera a buen recaudo. Incapaz de localizar la figura perdida, el Rey Alfonso VI se entregó a la oración hasta que una sección de los muros se derrumbó y dejó a la vista la imagen, todavía iluminada por las velas con las que había sido sepultada siglos atrás.
La catedral está ubicada en el centro histórico de Madrid; la fachada principal se encuentra frente al Palacio Real. La fachada del crucero mira hacia la calle de Bailén y el acceso a la cripta se realiza por la cuesta de la Vega, al final de la calle Mayor. A diferencia de la mayoría de templos cristianos, de orientación este-oeste, la catedral tiene una orientación norte-sur, fruto de su concepción como parte integrante del conjunto del Palacio Real.
La catedral es el principal templo de la Archidiócesis de Madrid, sede del arzobispo y del capítulo metropolitano.
Se trata de un edificio de 102 metros de longitud y 73 de altura máxima, construido desde finales del siglo XIX a finales del XX, en diferentes estilos arquitectónicos: neoclásico en el exterior, neogótico en el interior y neorrománico en la cripta.
Fue consagrada el 15 de junio de 1993 por Juan Pablo II, en su cuarto viaje a España, siendo la única catedral española consagrada por un Papa.
Dimensiones
Longitud total: 102 metros.
Longitud de la nave central: 82 m.
Longitud del crucero: 68 m.
Altura de la cúpula hasta la cruz: 73 m.
Altura de las torres de la fachada hasta la veleta: 60 m.
Ancho de la nave principal: 12,5 m
Ancho de las naves laterales: 6 m.
Ancho de las capillas: 6 m.
Superficie total: 4.800 m2
La catedral de Santa María la Real de La Almudena es la catedral católica de Madrid (España). Se trata de un templo de 102 metros de longitud y 73 de altura con una mezcla de diferentes estilos: neoclásico en el exterior, neogótico en el interior y neorrománico en la cripta. La fachada de la catedral, de órdenes superpuestos entre dos torres, da a la plaza de la Armería, enfrente del Palacio Real de Madrid. Sobre el crucero del templo se levanta una cúpula doble, exterior e interior, con tambor octogonal en el que se abren cuatro grandes ventanas. A diferencia de otras catedrales, con una orientación este-oeste, la de la Almudena tiene una orientación norte-sur, fruto de su concepción como parte integrante del conjunto del Palacio Real de Madrid. La catedral está construida en piedra de Novelda (Alicante) y granito de las canteras de Colmenar Viejo.
Los deseos por construir una catedral en Madrid se remontan al siglo XVI, al reinado de Felipe II (según un informe de 1567 por el bien universal de la villa y su tierra, importa y tiene gran necesidad que se haga en ella una iglesia catedral y cabeza de Obispado).
Sin embargo, volcado como estaba el monarca en el proyecto del Monasterio de El Escorial, no se llevó a cabo ninguna acción. Otra razón poderosa era la ausencia de obispado en Madrid. En efecto, la capital pertenecía a la diócesis de Toledo, cuyo arzobispo siempre se opuso a la segregación de la capital de la diócesis toledana.
Siempre bajo patrocinio real, hubo varios intentos posteriores. Por ejemplo, durante el siglo XVIII, se plantearon varios proyectos, entre ellos los de Sachetti y Ventura Rodríguez. Sin embargo, no fue hasta el 4 de abril de 1883 cuando el rey Alfonso XII puso la primera piedra de la futura catedral de Madrid (entonces simplemente una parroquia heredera de la de Santa María, la más antigua de Madrid, derribada en 1868) en unos terrenos que, por mediación de la reina Mercedes, devota de la Virgen de la Almudena, son cedidos por el Patrimonio Real en el año 1879, junto a la plaza de la Armería, justo en frente del Palacio Real.
Espaldarazo definitivo sería la creación de la diócesis de Madrid-Alcalá mediante bula dada por León XIII (mientras se construyera la catedral, la antigua iglesia jesuítica del Colegio Imperial, que en aquel momento tenía la consideración de colegiata, bajo la advocación de san Isidro, pasó a ser el templo catedralicio de la nueva diócesis).
El marqués de Cubas, a cargo del proyecto, reformó su proyecto inicial para la iglesia parroquial proponiendo una imponente catedral neogótica (siguiendo la moda neogótica imperante en Europa por influencia de Viollet-le-Duc).
Los trabajos comenzaron por la cripta, construida en estilo neorrománico, con acceso por la Cuesta de la Vega y que no se abrió al culto hasta 1911, una vez concluida por Enrique María Repullés. En esa misma época se levantaron los primeros pilares de la catedral, pero los trabajos quedaron prácticamente abandonados hasta 1950, año en el que Fernando Chueca Goitia y Carlos Sidro ganan el concurso convocado para la terminación de las obras. El carácter del templo cambia entonces, puesto que, aunque se mantiene el estilo gótico del proyecto primitivo para el interior de la catedral, el exterior es neoclásico, siendo éste el aspecto que tiene actualmente. De esta forma, la catedral se integraría con el entorno, también neoclásico, del Palacio Real.
Las obras continuaron hasta su paralización en 1965, ante la falta de fondos y de apoyo del ayuntamiento de la capital. Transcurrieron casi veinte años hasta que, en el año 1984, se creó un patronato que consiguió el apoyo de instituciones públicas (que incluían el ayuntamiento y el gobierno de la nación, ambos en manos de políticos de izquierda) y privadas para conseguir finalizar las obras.
Finalmente, la catedral fue consagrada por el papa Juan Pablo II el 15 de junio de 1993, tomando el relevo de la colegiata de San Isidro, que había sido la catedral provisional de Madrid desde 1885.
Hallazgo de la imagen
En el año 1084, el rey de Castilla y de León Alfonso VI conquistó Madrid. Por aquellos días se sabía que en la muralla de la ciudad se hallaba escondida una imagen de la Virgen. El rey mandó llamar al último superviviente que sabía algo sobre esta cuestión, una mujer llamada María. Por tradición familiar sabía cómo era la imagen pero desconocía el lugar exacto donde pudiera estar. La reina Constanza de Borgoña (tercera esposa de Alfonso VI) la mandó llamar para poder hacer con su descripción lo que hoy se llamaría un retrato robot. Una vez terminado, mandó que se añadiera una flor de lis. De esta manera la Virgen de la Flor de Lis fue la primera representación de la Virgen que hubo en el Madrid conquistado. Más tarde se llegó a encontrar la talla escondida en la muralla y es la imagen que hoy se conoce como la Almudena (de almudaina = muralla).
La maldición de la catedral de la Almudena. ¿Por qué es tan fea?
Tardó 114 años en construirse, pero es difícil encontrar a alguien que defienda su superposición de estilos. Varios expertos analizan los fallos estéticos del templo.
Es un secreto a voces: la Catedral de Madrid, construida entre 1879 y 1993, ha sido víctima de los caprichos estéticos y de los cambios de humor de cada época. Si por algo resalta el templo -además de por estar fuera de escala (¡el Palacio Real parece un pisito de estudiantes a su lado!)- es por la acumulación de estilos arquitectónicos -interior neogótico, exterior neoclásico, cripta neorrománica- y de objetos decorativos variopintos.
La maldición de la Almudena es la maldición del burro grande ande o no ande. Una catedral con síndrome de Diógenes cuya penúltima adquisición (2004) fueron las pinturas y vidrieras de Kiko Argüello, pintor y líder del Camino Neocatecumenal. “Es un cruce entre Lladró, el Museo de Cera y Las Vegas”, espeta un arquitecto que nos acompaña a visitar el templo. Hablamos con varios expertos para saber qué ha fallado.
José María Blanco Corredoira, escritor y autor del libro 'Madrid no tiene arreglo': Madrid tenía una hermosa cornisa asomada al río. Este vértice es la semilla de la ciudad, el primer Madrid y la estampa más representada por los maestros como Goya, Joli, Doré o Beruete. Todas esas imágenes desde los Carabancheles o desde la pradera de San Isidro dan cuenta de un conjunto armonioso, en el que el Palacio Real del XVIII o el antiguo Alcázar de los Austrias, son la joya de un telón de fondo de hermosas torres y cúpulas. Hasta que se consumó el despropósito se podía ver el trasfondo del Teatro Real, la magnífica cúpula de San Francisco el Grande, las torres y campanarios de San Andrés, San Miguel, Santa Cruz... La aparición de la Almudena descompensó el conjunto. Además, la factura propia de la Almudena, carece de personalidad, es un remedo de otra época hecho con escasos medios y torpe remate.
¿De verdad es tan fea?
Antonio Miranda, arquitecto y catedrático (retirado) de la Universidad Politécnica: ¿Que si la catedral es fea? ¿Pero qué clase de pregunta es esa? Es una pregunta de señora mayor burguesa del siglo XIX. Decidir si es bonita o fea es hacer crítica gastronómica, lo importante es saber si es verdadera o falsa, y hay pocos edificios tan falsos como la catedral de la Almudena. ¿Que qué tiene de falso? Todo. Por ejemplo, es absolutamente anacrónica. ¡Si está construida en el siglo XX! Es de un eclecticismo abominable. Puro pastiche. Eclecticismo quiere decir recopilación de cadáveres, es decir, recopilación de estilos muertos.
Por otro lado, es un edificio unido al poder económico con mayúsculas. Hecho al gusto de la burguesía victoriosa salida de la Guerra Civil, y la burguesía, como es sabido, tiene un gusto nefasto. Sartre solía decir que la antesala del infierno es de estilo Segundo Imperio...
David García-Asenjo, arquitecto y autor de una tesis sobre arquitectura sacra contemporánea española: Es fea. Y además está colocada en un sitio muy visible, no puedes evitar verla desde casi todo el oeste de Madrid.
Fernando Castro Flórez, filósofo especialista en estética, crítico de arte y profesor en la UAM: Empleando jerga actual: feo no, lo de después. Es un completo bodrio, un mazacote arquitectónico que machaca el 'skyline' madrileño. Parecía difícil tener algo más cutre en la Capital del Reino, pero la Almudena consiguió superar todo estándar de sordidez. En término de escala representa el delirio puro, como si el Palacio Real tuviera el "estómago" inflado por malas digestiones.
¿Qué falla en el templo?
D.G.A: Falla que está planteada fuera de tiempo, fuera de su época. Es normal que las catedrales y los edificios grandes tardaran mucho tiempo en construirse y que fueran de dos o más estilos, que se empezaran con un diseño y que se terminaran con otro radicalmente distinto. O que se les fueran haciendo añadidos que rompieran la unidad del templo anterior. Pero siempre desde la contemporaneidad, desde el arte de su tiempo. Pero la catedral de la Almudena se plantea neogótica a finales del siglo XIX y se remata neoclásica desde la segunda mitad del siglo XX. Los mejores artistas y arquitectos españoles triunfaban en las ferias de arte religioso por esa época, con propuestas plenamente modernas que incorporaban la abstracción, entre otras cosas, pero para rematar la catedral madrileña no se cuenta con ellos.
En 1950 se propuso un ejercicio teórico que planteaba una nueva catedral para Madrid, y Cabrero y Aburto (autores del estupendo edificio de Sindicatos frente al Museo del Prado) aportaron una solución contemporánea. En esa época Oiza, Laorga y Oteiza construyeron la basílica de Aránzazu, que incorporaba obras de los principales artistas vascos, como Oteiza y Chillida. Tan radical que tuvieron que parar las obras por la no aceptación por parte de la jerarquía de los apóstoles de Oteiza. Y en Madrid se confía a un gran historiador, pero no gran arquitecto, Fernando Chueca Goitia, que termine la catedral. Y lo hace de forma torpe, sin mucha gracia. Con remedos de estilos arquitectónicos de otra época, que palidece ante la calidad del Palacio Real, un gran edificio barroco.
F.C.F: No falla nada en el afán por provocar náusea visual. Si la volumetría y colocación del edificio son, por decirlo en términos suaves, ofensivas, el interior es lamentable. Las pinturas y vidrieras de Kiko Argüello están entre lo más kitsch que haya podido ver en cualquier iglesia del mundo (contando con que en los espacios religiosos suele aflorar una estética del mal gusto que tiende generar una suerte de "barroco vertiginoso"). Esta catedral que calificaron en su momento como neomedieval aunque luego terminó siendo "neoclásica" y suma estilos "a lo loco" en pura compulsión de pastiche, tuvo su remate terrible con esas pinturas que hacen que el conjunto no pueda calificarse sino como "neo-viejuno". Pongo el "neo" por delante con la certeza de que ya no significa nada.
La Almudena es la perfecta (en algún aspecto tendría que tener perfección) materialización de la mente y las obsesiones de Rouco Varela, personaje agrio donde los haya. Supongo que desde sus parámetros inquisitoriales "no falla nada". En mi modesta e intempestiva opinión es un lugar adecuado para que los turistas cobren conciencia de que en este poblachón manchego que se convirtió en Capital había mucho complejo de inferioridad. En fin, es un desastre estético superlativo.
D.G.A: Por si fuera poco, el interior está decorado por Kiko Argüello, en un estilo neobizantino (bueno, eso es mucho decir), en un estilo arcaizante, muy alejado del mejor arte contemporáneo. Ese arte contemporáneo se había introducido en iglesias de toda España a través de los pueblos de colonización, y luego en otras iglesias urbanas. Y cuando se tiene que decorar la única catedral construida en España en el siglo XX, se opta por un remedo de artes del pasado, de nuevo sin mucha gracia o talento. Esto no es único de aquí, en Los Ángeles también sucedió en su catedral, pero al menos el edificio era una gran pieza moderna.
A.M: La Almudena ha sido hecha con cadáveres, con estilos del pasado más o menos corrompidos y adulterados, algo que la modernidad rechaza. En cierto sentido, es un edificio posmoderno, es decir, antimoderno, hecho contra la modernidad. Es un horror en el sentido más amplio de la palabra.
J.M.B.C: El despropósito de la Almudena no tiene arreglo. Solamente el tiempo y los ojos benevolentes de visitantes chinos pueden atenuar el daño. Yo suelo pasar de largo sin mirar. Recomiendo a todos los que enseñamos Madrid a nuestros amigos forasteros que eludamos ese recorrido. Busquemos el atajo de la plaza de Ramales hasta Mayor. Lo peor de todo es que esta puñalada se clavó en nuestro mejor Madrid, en el riñón donde está todo nuestro ser. Si hay algo auténtico en Madrid es precisamente ese cogollo de calles que van desde el Palacio hasta las cavas. Por último se me ocurre que tal vez se pudiera forrar con una lona como hizo en su día Christo con el Reichstag.
Biografía
María de las Mercedes Orleans y Borbón. Madrid, 24.VI.1860 – 26.VI.1878. Infanta y reina de España.
Era la quinta hija del matrimonio formado por Antonio de Orleans, duque de Montpensier (1824- 1890), y la infanta María Luisa Fernanda (1832- 1897), segunda hija de Fernando VII, casados en Madrid el 10 de octubre de 1846. La pareja vivía en Sevilla, en el palacio de San Telmo. Montpensier, como todos los hijos del rey Luis Felipe, había luchado en Argelia, y al declararse la guerra de África vino a Madrid a solicitar mando, que finalmente no consiguió. Durante la espera de sus gestiones con O’Donnell nació María de las Mercedes —la única de sus hijos nacida en Madrid, en el Palacio Real—, y fue bautizada el mismo día de su nacimiento, siendo la reina Isabel II su madrina.
Pasó su infancia entre Sevilla y Sanlúcar de Barrameda y los veranos en Inglaterra, donde los Orleans vivían exiliados. La relación con sus primos Borbón fue mucho más escasa y sólo se encontraron en 1863.
Cinco años después —y tras los intentos de Montpensier para destronar a su cuñada— Isabel II le envió con su familia a Lisboa, donde pasaron el verano de 1868. A finales de septiembre de ese mismo año la Reina tuvo que marchar exiliada a Francia, mientras en Madrid se proclamaba un gobierno que esperaba la llegada de Amadeo I.
En 1870 Isabel II había tenido que ceder sus derechos en su hijo Alfonso y —presionada por sus partidarios a un acercamiento con su hermana— marchó a Auvernia a visitar a los Montpensier el 26 de diciembre de 1872. Allí, el futuro Alfonso XII encontró un hogar muy español y a una prima que le encantó. María de las Mercedes tenía doce años y medio, mientras que él había cumplido los quince y estudiaba en el Teresarium de Viena. Durante las vacaciones de Navidad se volvieron a encontrar en París y otra vez en Pascuas; pero ese verano el príncipe se dedicó a viajar, por expreso deseo de Isabel II, quien se opuso enérgicamente al posible idilio.
El 29 de diciembre de 1874, Alfonso fue proclamado Rey en Sagunto; ese mismo día llegó a París, procedente de la escuela militar de Sandhurst. Durante los pocos días en que preparó el viaje de regreso a España, el joven Soberano confió a Mercedes que ella sería su reina. Mientras tanto, ella estudiaba en el colegio de la Asunción y él —con la ayuda de un competente grupo de políticos— terminaba con la Guerra Carlista e iniciaba su reinado en un ambiente de progreso. Cánovas no había permitido el regreso de Isabel II, con el objetivo de desligar esta nueva etapa del recuerdo del reinado de la Reina madre, y lo mismo hizo con Montpensier, a quien en febrero de 1876 concedió excepcionalmente un permiso para un rápido viaje a España.
A finales de julio de ese año de 1876, regresó la antigua Soberana acompañada de sus tres hijas menores, para veranear en El Escorial. Los Montpensier, el 26 de octubre, entraron en España para regresar a Sevilla, tras cinco años de exilio. Al llegar a Madrid les esperaban en la estación Alfonso XII y su hermana, la princesa de Asturias. Instalados en Palacio gozaron de cuatro días en la capital en los que pasearon con Alfonso por la Castellana, fueron a los toros luciendo blancas mantillas y por las noches asistieron al teatro.
Ayudados por el marqués de Alcañices, el último día —en una cacería en El Pardo— los dos jóvenes pudieron confirmar sus intenciones de boda con la confianza que les proporcionaba el acercamiento entre ambas familias, ya que Isabel II residía por entonces con sus hijas en el Alcázar de Sevilla. Durante dos meses, la intimidad entre las dos familias fue completa; pero, al llegar el Rey en viaje oficial, su madre se sintió molesta y aburrida al confirmar el noviazgo de la joven pareja.
Invitados por el Rey, los duques de Montpensier y sus hijos llegaron a Madrid el 9 de mayo para pasar las fiestas de San Isidro y luego marcharon a Aranjuez, donde el Soberano les invitó a pasar en La Granja el mes de agosto, abandonando por una vez las cacerías de Randan. El 24 de septiembre, santo de Mercedes, tuvo lugar en El Escorial la petición de mano y el día en que el Rey cumplía veinte años, hubo un Consejo de Ministros en el que Cánovas se mostró muy favorable a la boda. Mientras, Isabel II desde París, negaba su consentimiento, lo que despertó y avivó aún más en los españoles la defensa de aquel idilio, que el marqués de Alcañices el 8 de diciembre pedía oficialmente. Ese año el Rey pasó las Navidades en Sevilla.
El 23 de enero de 1878, en el palacio de Aranjuez —donde la familia había ya recibido a los comisionados y a los invitados— Mercedes bajó vestida de novia la ancha escalera al pie de la cual se encontraba el vagón de tren que les llevaría hasta Madrid (es la única Reina que ha ido al altar en ferrocarril). En la basílica de Atocha, el pueblo aplaudió el paso de la gentil Reina, quien del brazo de su padre se encaminó hacia el altar. Cuando salieron de los jóvenes Reyes se desbordó la alegría de tal modo que apenas pudieron andar. Tras algunos días de numerosos festejos, la pareja se trasladó a El Pardo, donde vivieron una corta luna de miel. A su regreso a Madrid presidieron la apertura de las Cortes y conocieron la buena noticia de Cuba: se había firmado la Paz de Zanjón.
El 22 de marzo, al regreso de un largo paseo a caballo la Reina sufrió una hemorragia profusa que los médicos lograron taponar y tras, tan sólo, trece días de retiro, le fue dada el alta y retomó su vida activa.
Cuentan que se cansó mucho durante esa Semana Santa. En mayo, fue a pasar unos días a Aranjuez, presentando ocasionalmente fiebre y vómitos, aunque a su regreso a la capital los madrileños la pudieron encontrar por la Castellana y el Retiro.
El 18 de junio, la Gaceta dio el primer parte de la enfermedad y el Rey telegrafió a los Montpensier, quienes acudieron desde Normandía. Ese día de San Juan la Reina cumplió dieciocho años, mientras sus síntomas se iban agravando. Fueron llamados a consulta diversos médicos, entre ellos Federico Rubio, quien confirmó el diagnóstico de infección ginecológica.
Asistida por el cardenal Moreno, su agonía duró más de doce horas y fue al mediodía del día 26 cuando expiró en el Palacio Real de Madrid. Fue enterrada en El Escorial, en la capilla de San Juan, convirtiéndose muy pronto en musa de la canción infantil ¿Dónde vas Alfonso XII?, título que llevó al cine Luis César Amadori en 1958.
Desde el año 2000 sus restos descansan bajo el altar de la Virgen de la Almudena, en la catedral de Madrid, que ella quiso que se construyera junto a Palacio.
Bibl.: M. Izquierdo Hernández, Historia clínica de la Restauración, pról. de G. Marañón, Madrid, Plus Ultra, 1946; A. de Sagrera, La reina Mercedes, Madrid, Gráficas Diana, 1951 (pról. de G. Anes, Madrid, La Esfera de los Libros, 2002).
Ana de Sagrera
Francisco de Cubas y González-Montes
(Madrid, 13 de abril de 1826-Madrid, 2 de enero de 1899) fue un arquitecto y político español, también conocido como marqués de Cubas. Su obra más destacada es el proyecto para la catedral de la Almudena, en estilo neogótico, que sin embargo tras la muerte de Cubas vería modificadas sus líneas originales. Ha sido considerado «el arquitecto [madrileño] más característico y representativo del último tercio de siglo». En el plano político fue diputado, senador y alcalde de Madrid.
Nació en Madrid el 13 de abril de 1826. Se formó en la Escuela de Arquitectura de la ciudad y obtuvo sendas pensiones para completar sus estudios en Roma y Grecia. Obtuvo el título de arquitecto el 17 de diciembre de 1855 y durante sus primeros años aprendió del arquitecto Antonio Zabaleta, en cuyo estudio trabajó.
Miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando desde el 27 de noviembre de 1870, compaginó sus trabajos de arquitectura con su carrera política, que le llevaría a ser diputado entre 1891 y 1892, alcalde de Madrid con la Unión Conservadora de Francisco Silvela, del 6 de noviembre al 1 de diciembre de aquel año, y senador por la provincia de Ávila desde 1896 hasta su muerte, acontecida en su ciudad natal el 2 de enero de 1899.
Cubas, que ostentaba el título de marqués de Cubas, fue también desde 1893 marqués de Fontalba. En el ámbito personal era aficionado a la arqueología y contaba con una colección de antigüedades en su domicilio, constituida en buena parte por arte cristiano medieval y orfebrería. Estuvo casado con Matilde de Erice y Urquijo, ambos enterrados en una capilla de la cripta de la catedral de la Almudena, su gran proyecto como arquitecto
Obra arquitectónica
Es uno de los más notables representantes de la arquitectura decimonónica madrileña. Su obra experimentó una evolución desde un estilo inicial denominado como «italianizante» y con «tendencias clasicistas» a una etapa de madurez en la que cultivó una arquitectura caracterizada por un goticismo neomedieval y el historicismo.Entre sus realizaciones se encuentran la Universidad de Deusto en Bilbao, el Museo Nacional de Antropología (1873-1875),b el asilo de huérfanos del Sagrado Corazón de Jesús (1880-1886), el convento de las Siervas de María (1883), el palacio de Arenzana —actual embajada de Francia—19 o la iglesia de la Santa Cruz.c
También participó en la reforma del palacio de Alcañices, la construcción de escuelas de niños y niñas en Llodio y Murga y de las casas Salabert de Madrid, así como de varios palacetes del paseo de Recoletos.d También proyectó varios panteones y capillas sepulcrales en los cementerios madrileños de San Isidro y San Justo. Cabello Lapiedra le atribuye el proyecto del Seminario Conciliar de Madrid,22 sin embargo Navascués Palacio lo pone en duda, apuntando que la autoría podría corresponder a Miguel de Olabarría, discípulo de Cubas.
Denominado por Navascués Palacio «el arquitecto "oficial" de la aristocracia madrileña», también construyó diversas viviendas particulares para las clases altas de la ciudad, además de realizar trabajos para la Compañía de Jesús o acometer la restauración de iglesias para el obispado, como la de Navalquejigo.
Con todo, su obra más recordada es la catedral de la Almudena de Madrid, cuya construcción comenzó en 1883 con la primera piedra de la cripta.11 Tras un anteproyecto del propio Cubas, del que algunos de sus elementos han sido calificados como «anodinos» o «poco afortunados», terminó proponiendo un diseño con una «mejor asimilación de la arquitectura gótica» y «mayor rigor histórico», según Navascués Palacio, que se correspondía con el de una «magnífica» catedral neogótica según la moda imperante en Europa, influido por el arquitecto francés Viollet-le-Duc. Dicho proyecto resultaría luego muy modificado: las obras se fueron alargando por problemas económicos y finalmente se prosiguieron según líneas del neoclasicismo, más acordes con el vecino Palacio Real.
También se encargó de la construcción del castillo de Butrón —sobre una fortificación previa completamente en ruinas— en la localidad vizcaína de Gatica.
Consagración de la catedral
El día 15 de junio de 1993 el Papa Juan Pablo II vino a Madrid para dedicar y consagrar la catedral que había tardado 110 años en construirse. Durante el periodo de 1984 a 1993 se llevaron a cabo otras importantes obras, como fue la pavimentación completa del templo con mármol crema y verde de Almería, formando dibujos sencillos pero de gran impacto visual; se ordenó el presbiterio, de acuerdo con modelos de la nueva liturgia, inspirados, sobre todo, en las últimas reformas de la catedral de Milán; se creó, igualmente, el altar de la Virgen de la Almudena, con una escenografía que exaltara la dignidad de la imagen, incorporada en un bello retablo de Juan de Borgoña. Asimismo se hicieron obras en algunas capillas y se llevaron a cabo instalaciones de calefacción por hilo radiante bajo pavimento; iluminación por focos y protectores adecuados al ambiente, así como la instalación de megafonía.
A lo largo de los años siguientes se han ido sucediendo mejoras y completando estancias y espacios inacabados que la han ido conformando y dando su imagen actual.
En el interior, la catedral de la Almudena presenta planta de cruz latina con una nave central y dos laterales y un crucero de tres naves, rematado en uno de sus lados por la capilla de la titular. El suelo de este templo es una combinación de mármol verde serpentina de Granada y amarillo de travertino pulido; la mesa del altar también ha sido realizada en mármol verde serpentina. A su derecha se encuentra la cátedra episcopal, tallada en nogal, de estilo neogótico, obra realizada por Ramón Fonollosa en 1885.
Dimensiones
Longitud total: 102 metros.
Longitud de la nave central: 82 m.
Longitud del crucero: 68 m.
Altura de la cúpula hasta la cruz: 73 m.
Altura de las torres de la fachada hasta la veleta: 60 m.
Ancho de la nave principal: 12,5 m
Ancho de las naves laterales: 6 m.
Ancho de las capillas: 6 m.
Superficie total: 4.800 m2
La catedral de Santa María la Real de La Almudena es la catedral católica de Madrid (España). Se trata de un templo de 102 metros de longitud y 73 de altura con una mezcla de diferentes estilos: neoclásico en el exterior, neogótico en el interior y neorrománico en la cripta. La fachada de la catedral, de órdenes superpuestos entre dos torres, da a la plaza de la Armería, enfrente del Palacio Real de Madrid. Sobre el crucero del templo se levanta una cúpula doble, exterior e interior, con tambor octogonal en el que se abren cuatro grandes ventanas. A diferencia de otras catedrales, con una orientación este-oeste, la de la Almudena tiene una orientación norte-sur, fruto de su concepción como parte integrante del conjunto del Palacio Real de Madrid. La catedral está construida en piedra de Novelda (Alicante) y granito de las canteras de Colmenar Viejo.
Los deseos por construir una catedral en Madrid se remontan al siglo XVI, al reinado de Felipe II (según un informe de 1567 por el bien universal de la villa y su tierra, importa y tiene gran necesidad que se haga en ella una iglesia catedral y cabeza de Obispado).
Sin embargo, volcado como estaba el monarca en el proyecto del Monasterio de El Escorial, no se llevó a cabo ninguna acción. Otra razón poderosa era la ausencia de obispado en Madrid. En efecto, la capital pertenecía a la diócesis de Toledo, cuyo arzobispo siempre se opuso a la segregación de la capital de la diócesis toledana.
Siempre bajo patrocinio real, hubo varios intentos posteriores. Por ejemplo, durante el siglo XVIII, se plantearon varios proyectos, entre ellos los de Sachetti y Ventura Rodríguez. Sin embargo, no fue hasta el 4 de abril de 1883 cuando el rey Alfonso XII puso la primera piedra de la futura catedral de Madrid (entonces simplemente una parroquia heredera de la de Santa María, la más antigua de Madrid, derribada en 1868) en unos terrenos que, por mediación de la reina Mercedes, devota de la Virgen de la Almudena, son cedidos por el Patrimonio Real en el año 1879, junto a la plaza de la Armería, justo en frente del Palacio Real.
Espaldarazo definitivo sería la creación de la diócesis de Madrid-Alcalá mediante bula dada por León XIII (mientras se construyera la catedral, la antigua iglesia jesuítica del Colegio Imperial, que en aquel momento tenía la consideración de colegiata, bajo la advocación de san Isidro, pasó a ser el templo catedralicio de la nueva diócesis).
El marqués de Cubas, a cargo del proyecto, reformó su proyecto inicial para la iglesia parroquial proponiendo una imponente catedral neogótica (siguiendo la moda neogótica imperante en Europa por influencia de Viollet-le-Duc).
Los trabajos comenzaron por la cripta, construida en estilo neorrománico, con acceso por la Cuesta de la Vega y que no se abrió al culto hasta 1911, una vez concluida por Enrique María Repullés. En esa misma época se levantaron los primeros pilares de la catedral, pero los trabajos quedaron prácticamente abandonados hasta 1950, año en el que Fernando Chueca Goitia y Carlos Sidro ganan el concurso convocado para la terminación de las obras. El carácter del templo cambia entonces, puesto que, aunque se mantiene el estilo gótico del proyecto primitivo para el interior de la catedral, el exterior es neoclásico, siendo éste el aspecto que tiene actualmente. De esta forma, la catedral se integraría con el entorno, también neoclásico, del Palacio Real.
Las obras continuaron hasta su paralización en 1965, ante la falta de fondos y de apoyo del ayuntamiento de la capital. Transcurrieron casi veinte años hasta que, en el año 1984, se creó un patronato que consiguió el apoyo de instituciones públicas (que incluían el ayuntamiento y el gobierno de la nación, ambos en manos de políticos de izquierda) y privadas para conseguir finalizar las obras.
Finalmente, la catedral fue consagrada por el papa Juan Pablo II el 15 de junio de 1993, tomando el relevo de la colegiata de San Isidro, que había sido la catedral provisional de Madrid desde 1885.
Hallazgo de la imagen
En el año 1084, el rey de Castilla y de León Alfonso VI conquistó Madrid. Por aquellos días se sabía que en la muralla de la ciudad se hallaba escondida una imagen de la Virgen. El rey mandó llamar al último superviviente que sabía algo sobre esta cuestión, una mujer llamada María. Por tradición familiar sabía cómo era la imagen pero desconocía el lugar exacto donde pudiera estar. La reina Constanza de Borgoña (tercera esposa de Alfonso VI) la mandó llamar para poder hacer con su descripción lo que hoy se llamaría un retrato robot. Una vez terminado, mandó que se añadiera una flor de lis. De esta manera la Virgen de la Flor de Lis fue la primera representación de la Virgen que hubo en el Madrid conquistado. Más tarde se llegó a encontrar la talla escondida en la muralla y es la imagen que hoy se conoce como la Almudena (de almudaina = muralla).
La maldición de la catedral de la Almudena. ¿Por qué es tan fea?
Tardó 114 años en construirse, pero es difícil encontrar a alguien que defienda su superposición de estilos. Varios expertos analizan los fallos estéticos del templo.
Vista de la fachada principal. |
La maldición de la Almudena es la maldición del burro grande ande o no ande. Una catedral con síndrome de Diógenes cuya penúltima adquisición (2004) fueron las pinturas y vidrieras de Kiko Argüello, pintor y líder del Camino Neocatecumenal. “Es un cruce entre Lladró, el Museo de Cera y Las Vegas”, espeta un arquitecto que nos acompaña a visitar el templo. Hablamos con varios expertos para saber qué ha fallado.
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José María Blanco Corredoira, escritor y autor del libro 'Madrid no tiene arreglo': Madrid tenía una hermosa cornisa asomada al río. Este vértice es la semilla de la ciudad, el primer Madrid y la estampa más representada por los maestros como Goya, Joli, Doré o Beruete. Todas esas imágenes desde los Carabancheles o desde la pradera de San Isidro dan cuenta de un conjunto armonioso, en el que el Palacio Real del XVIII o el antiguo Alcázar de los Austrias, son la joya de un telón de fondo de hermosas torres y cúpulas. Hasta que se consumó el despropósito se podía ver el trasfondo del Teatro Real, la magnífica cúpula de San Francisco el Grande, las torres y campanarios de San Andrés, San Miguel, Santa Cruz... La aparición de la Almudena descompensó el conjunto. Además, la factura propia de la Almudena, carece de personalidad, es un remedo de otra época hecho con escasos medios y torpe remate.
cripta de catedral |
Antonio Miranda, arquitecto y catedrático (retirado) de la Universidad Politécnica: ¿Que si la catedral es fea? ¿Pero qué clase de pregunta es esa? Es una pregunta de señora mayor burguesa del siglo XIX. Decidir si es bonita o fea es hacer crítica gastronómica, lo importante es saber si es verdadera o falsa, y hay pocos edificios tan falsos como la catedral de la Almudena. ¿Que qué tiene de falso? Todo. Por ejemplo, es absolutamente anacrónica. ¡Si está construida en el siglo XX! Es de un eclecticismo abominable. Puro pastiche. Eclecticismo quiere decir recopilación de cadáveres, es decir, recopilación de estilos muertos.
Catedral vista desde el palacio real de madrid |
David García-Asenjo, arquitecto y autor de una tesis sobre arquitectura sacra contemporánea española: Es fea. Y además está colocada en un sitio muy visible, no puedes evitar verla desde casi todo el oeste de Madrid.
Fernando Castro Flórez, filósofo especialista en estética, crítico de arte y profesor en la UAM: Empleando jerga actual: feo no, lo de después. Es un completo bodrio, un mazacote arquitectónico que machaca el 'skyline' madrileño. Parecía difícil tener algo más cutre en la Capital del Reino, pero la Almudena consiguió superar todo estándar de sordidez. En término de escala representa el delirio puro, como si el Palacio Real tuviera el "estómago" inflado por malas digestiones.
¿Qué falla en el templo?
D.G.A: Falla que está planteada fuera de tiempo, fuera de su época. Es normal que las catedrales y los edificios grandes tardaran mucho tiempo en construirse y que fueran de dos o más estilos, que se empezaran con un diseño y que se terminaran con otro radicalmente distinto. O que se les fueran haciendo añadidos que rompieran la unidad del templo anterior. Pero siempre desde la contemporaneidad, desde el arte de su tiempo. Pero la catedral de la Almudena se plantea neogótica a finales del siglo XIX y se remata neoclásica desde la segunda mitad del siglo XX. Los mejores artistas y arquitectos españoles triunfaban en las ferias de arte religioso por esa época, con propuestas plenamente modernas que incorporaban la abstracción, entre otras cosas, pero para rematar la catedral madrileña no se cuenta con ellos.
En 1950 se propuso un ejercicio teórico que planteaba una nueva catedral para Madrid, y Cabrero y Aburto (autores del estupendo edificio de Sindicatos frente al Museo del Prado) aportaron una solución contemporánea. En esa época Oiza, Laorga y Oteiza construyeron la basílica de Aránzazu, que incorporaba obras de los principales artistas vascos, como Oteiza y Chillida. Tan radical que tuvieron que parar las obras por la no aceptación por parte de la jerarquía de los apóstoles de Oteiza. Y en Madrid se confía a un gran historiador, pero no gran arquitecto, Fernando Chueca Goitia, que termine la catedral. Y lo hace de forma torpe, sin mucha gracia. Con remedos de estilos arquitectónicos de otra época, que palidece ante la calidad del Palacio Real, un gran edificio barroco.
F.C.F: No falla nada en el afán por provocar náusea visual. Si la volumetría y colocación del edificio son, por decirlo en términos suaves, ofensivas, el interior es lamentable. Las pinturas y vidrieras de Kiko Argüello están entre lo más kitsch que haya podido ver en cualquier iglesia del mundo (contando con que en los espacios religiosos suele aflorar una estética del mal gusto que tiende generar una suerte de "barroco vertiginoso"). Esta catedral que calificaron en su momento como neomedieval aunque luego terminó siendo "neoclásica" y suma estilos "a lo loco" en pura compulsión de pastiche, tuvo su remate terrible con esas pinturas que hacen que el conjunto no pueda calificarse sino como "neo-viejuno". Pongo el "neo" por delante con la certeza de que ya no significa nada.
La Almudena es la perfecta (en algún aspecto tendría que tener perfección) materialización de la mente y las obsesiones de Rouco Varela, personaje agrio donde los haya. Supongo que desde sus parámetros inquisitoriales "no falla nada". En mi modesta e intempestiva opinión es un lugar adecuado para que los turistas cobren conciencia de que en este poblachón manchego que se convirtió en Capital había mucho complejo de inferioridad. En fin, es un desastre estético superlativo.
D.G.A: Por si fuera poco, el interior está decorado por Kiko Argüello, en un estilo neobizantino (bueno, eso es mucho decir), en un estilo arcaizante, muy alejado del mejor arte contemporáneo. Ese arte contemporáneo se había introducido en iglesias de toda España a través de los pueblos de colonización, y luego en otras iglesias urbanas. Y cuando se tiene que decorar la única catedral construida en España en el siglo XX, se opta por un remedo de artes del pasado, de nuevo sin mucha gracia o talento. Esto no es único de aquí, en Los Ángeles también sucedió en su catedral, pero al menos el edificio era una gran pieza moderna.
A.M: La Almudena ha sido hecha con cadáveres, con estilos del pasado más o menos corrompidos y adulterados, algo que la modernidad rechaza. En cierto sentido, es un edificio posmoderno, es decir, antimoderno, hecho contra la modernidad. Es un horror en el sentido más amplio de la palabra.
J.M.B.C: El despropósito de la Almudena no tiene arreglo. Solamente el tiempo y los ojos benevolentes de visitantes chinos pueden atenuar el daño. Yo suelo pasar de largo sin mirar. Recomiendo a todos los que enseñamos Madrid a nuestros amigos forasteros que eludamos ese recorrido. Busquemos el atajo de la plaza de Ramales hasta Mayor. Lo peor de todo es que esta puñalada se clavó en nuestro mejor Madrid, en el riñón donde está todo nuestro ser. Si hay algo auténtico en Madrid es precisamente ese cogollo de calles que van desde el Palacio hasta las cavas. Por último se me ocurre que tal vez se pudiera forrar con una lona como hizo en su día Christo con el Reichstag.
Tumba de la Reina María de las Mercedes de Orleans y Borbón
María de las Mercedes de Orleans y Borbón |
María de las Mercedes Orleans y Borbón. Madrid, 24.VI.1860 – 26.VI.1878. Infanta y reina de España.
Era la quinta hija del matrimonio formado por Antonio de Orleans, duque de Montpensier (1824- 1890), y la infanta María Luisa Fernanda (1832- 1897), segunda hija de Fernando VII, casados en Madrid el 10 de octubre de 1846. La pareja vivía en Sevilla, en el palacio de San Telmo. Montpensier, como todos los hijos del rey Luis Felipe, había luchado en Argelia, y al declararse la guerra de África vino a Madrid a solicitar mando, que finalmente no consiguió. Durante la espera de sus gestiones con O’Donnell nació María de las Mercedes —la única de sus hijos nacida en Madrid, en el Palacio Real—, y fue bautizada el mismo día de su nacimiento, siendo la reina Isabel II su madrina.
Pasó su infancia entre Sevilla y Sanlúcar de Barrameda y los veranos en Inglaterra, donde los Orleans vivían exiliados. La relación con sus primos Borbón fue mucho más escasa y sólo se encontraron en 1863.
Cinco años después —y tras los intentos de Montpensier para destronar a su cuñada— Isabel II le envió con su familia a Lisboa, donde pasaron el verano de 1868. A finales de septiembre de ese mismo año la Reina tuvo que marchar exiliada a Francia, mientras en Madrid se proclamaba un gobierno que esperaba la llegada de Amadeo I.
En 1870 Isabel II había tenido que ceder sus derechos en su hijo Alfonso y —presionada por sus partidarios a un acercamiento con su hermana— marchó a Auvernia a visitar a los Montpensier el 26 de diciembre de 1872. Allí, el futuro Alfonso XII encontró un hogar muy español y a una prima que le encantó. María de las Mercedes tenía doce años y medio, mientras que él había cumplido los quince y estudiaba en el Teresarium de Viena. Durante las vacaciones de Navidad se volvieron a encontrar en París y otra vez en Pascuas; pero ese verano el príncipe se dedicó a viajar, por expreso deseo de Isabel II, quien se opuso enérgicamente al posible idilio.
El 29 de diciembre de 1874, Alfonso fue proclamado Rey en Sagunto; ese mismo día llegó a París, procedente de la escuela militar de Sandhurst. Durante los pocos días en que preparó el viaje de regreso a España, el joven Soberano confió a Mercedes que ella sería su reina. Mientras tanto, ella estudiaba en el colegio de la Asunción y él —con la ayuda de un competente grupo de políticos— terminaba con la Guerra Carlista e iniciaba su reinado en un ambiente de progreso. Cánovas no había permitido el regreso de Isabel II, con el objetivo de desligar esta nueva etapa del recuerdo del reinado de la Reina madre, y lo mismo hizo con Montpensier, a quien en febrero de 1876 concedió excepcionalmente un permiso para un rápido viaje a España.
tumba de reina |
Ayudados por el marqués de Alcañices, el último día —en una cacería en El Pardo— los dos jóvenes pudieron confirmar sus intenciones de boda con la confianza que les proporcionaba el acercamiento entre ambas familias, ya que Isabel II residía por entonces con sus hijas en el Alcázar de Sevilla. Durante dos meses, la intimidad entre las dos familias fue completa; pero, al llegar el Rey en viaje oficial, su madre se sintió molesta y aburrida al confirmar el noviazgo de la joven pareja.
Invitados por el Rey, los duques de Montpensier y sus hijos llegaron a Madrid el 9 de mayo para pasar las fiestas de San Isidro y luego marcharon a Aranjuez, donde el Soberano les invitó a pasar en La Granja el mes de agosto, abandonando por una vez las cacerías de Randan. El 24 de septiembre, santo de Mercedes, tuvo lugar en El Escorial la petición de mano y el día en que el Rey cumplía veinte años, hubo un Consejo de Ministros en el que Cánovas se mostró muy favorable a la boda. Mientras, Isabel II desde París, negaba su consentimiento, lo que despertó y avivó aún más en los españoles la defensa de aquel idilio, que el marqués de Alcañices el 8 de diciembre pedía oficialmente. Ese año el Rey pasó las Navidades en Sevilla.
El 23 de enero de 1878, en el palacio de Aranjuez —donde la familia había ya recibido a los comisionados y a los invitados— Mercedes bajó vestida de novia la ancha escalera al pie de la cual se encontraba el vagón de tren que les llevaría hasta Madrid (es la única Reina que ha ido al altar en ferrocarril). En la basílica de Atocha, el pueblo aplaudió el paso de la gentil Reina, quien del brazo de su padre se encaminó hacia el altar. Cuando salieron de los jóvenes Reyes se desbordó la alegría de tal modo que apenas pudieron andar. Tras algunos días de numerosos festejos, la pareja se trasladó a El Pardo, donde vivieron una corta luna de miel. A su regreso a Madrid presidieron la apertura de las Cortes y conocieron la buena noticia de Cuba: se había firmado la Paz de Zanjón.
El 22 de marzo, al regreso de un largo paseo a caballo la Reina sufrió una hemorragia profusa que los médicos lograron taponar y tras, tan sólo, trece días de retiro, le fue dada el alta y retomó su vida activa.
Cuentan que se cansó mucho durante esa Semana Santa. En mayo, fue a pasar unos días a Aranjuez, presentando ocasionalmente fiebre y vómitos, aunque a su regreso a la capital los madrileños la pudieron encontrar por la Castellana y el Retiro.
El 18 de junio, la Gaceta dio el primer parte de la enfermedad y el Rey telegrafió a los Montpensier, quienes acudieron desde Normandía. Ese día de San Juan la Reina cumplió dieciocho años, mientras sus síntomas se iban agravando. Fueron llamados a consulta diversos médicos, entre ellos Federico Rubio, quien confirmó el diagnóstico de infección ginecológica.
Asistida por el cardenal Moreno, su agonía duró más de doce horas y fue al mediodía del día 26 cuando expiró en el Palacio Real de Madrid. Fue enterrada en El Escorial, en la capilla de San Juan, convirtiéndose muy pronto en musa de la canción infantil ¿Dónde vas Alfonso XII?, título que llevó al cine Luis César Amadori en 1958.
Desde el año 2000 sus restos descansan bajo el altar de la Virgen de la Almudena, en la catedral de Madrid, que ella quiso que se construyera junto a Palacio.
Bibl.: M. Izquierdo Hernández, Historia clínica de la Restauración, pról. de G. Marañón, Madrid, Plus Ultra, 1946; A. de Sagrera, La reina Mercedes, Madrid, Gráficas Diana, 1951 (pról. de G. Anes, Madrid, La Esfera de los Libros, 2002).
Ana de Sagrera
Francisco de Cubas y González-Montes
(Madrid, 13 de abril de 1826-Madrid, 2 de enero de 1899) fue un arquitecto y político español, también conocido como marqués de Cubas. Su obra más destacada es el proyecto para la catedral de la Almudena, en estilo neogótico, que sin embargo tras la muerte de Cubas vería modificadas sus líneas originales. Ha sido considerado «el arquitecto [madrileño] más característico y representativo del último tercio de siglo». En el plano político fue diputado, senador y alcalde de Madrid.
Nació en Madrid el 13 de abril de 1826. Se formó en la Escuela de Arquitectura de la ciudad y obtuvo sendas pensiones para completar sus estudios en Roma y Grecia. Obtuvo el título de arquitecto el 17 de diciembre de 1855 y durante sus primeros años aprendió del arquitecto Antonio Zabaleta, en cuyo estudio trabajó.
Miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando desde el 27 de noviembre de 1870, compaginó sus trabajos de arquitectura con su carrera política, que le llevaría a ser diputado entre 1891 y 1892, alcalde de Madrid con la Unión Conservadora de Francisco Silvela, del 6 de noviembre al 1 de diciembre de aquel año, y senador por la provincia de Ávila desde 1896 hasta su muerte, acontecida en su ciudad natal el 2 de enero de 1899.
Cubas, que ostentaba el título de marqués de Cubas, fue también desde 1893 marqués de Fontalba. En el ámbito personal era aficionado a la arqueología y contaba con una colección de antigüedades en su domicilio, constituida en buena parte por arte cristiano medieval y orfebrería. Estuvo casado con Matilde de Erice y Urquijo, ambos enterrados en una capilla de la cripta de la catedral de la Almudena, su gran proyecto como arquitecto
Obra arquitectónica
Es uno de los más notables representantes de la arquitectura decimonónica madrileña. Su obra experimentó una evolución desde un estilo inicial denominado como «italianizante» y con «tendencias clasicistas» a una etapa de madurez en la que cultivó una arquitectura caracterizada por un goticismo neomedieval y el historicismo.Entre sus realizaciones se encuentran la Universidad de Deusto en Bilbao, el Museo Nacional de Antropología (1873-1875),b el asilo de huérfanos del Sagrado Corazón de Jesús (1880-1886), el convento de las Siervas de María (1883), el palacio de Arenzana —actual embajada de Francia—19 o la iglesia de la Santa Cruz.c
También participó en la reforma del palacio de Alcañices, la construcción de escuelas de niños y niñas en Llodio y Murga y de las casas Salabert de Madrid, así como de varios palacetes del paseo de Recoletos.d También proyectó varios panteones y capillas sepulcrales en los cementerios madrileños de San Isidro y San Justo. Cabello Lapiedra le atribuye el proyecto del Seminario Conciliar de Madrid,22 sin embargo Navascués Palacio lo pone en duda, apuntando que la autoría podría corresponder a Miguel de Olabarría, discípulo de Cubas.
Denominado por Navascués Palacio «el arquitecto "oficial" de la aristocracia madrileña», también construyó diversas viviendas particulares para las clases altas de la ciudad, además de realizar trabajos para la Compañía de Jesús o acometer la restauración de iglesias para el obispado, como la de Navalquejigo.
Con todo, su obra más recordada es la catedral de la Almudena de Madrid, cuya construcción comenzó en 1883 con la primera piedra de la cripta.11 Tras un anteproyecto del propio Cubas, del que algunos de sus elementos han sido calificados como «anodinos» o «poco afortunados», terminó proponiendo un diseño con una «mejor asimilación de la arquitectura gótica» y «mayor rigor histórico», según Navascués Palacio, que se correspondía con el de una «magnífica» catedral neogótica según la moda imperante en Europa, influido por el arquitecto francés Viollet-le-Duc. Dicho proyecto resultaría luego muy modificado: las obras se fueron alargando por problemas económicos y finalmente se prosiguieron según líneas del neoclasicismo, más acordes con el vecino Palacio Real.
También se encargó de la construcción del castillo de Butrón —sobre una fortificación previa completamente en ruinas— en la localidad vizcaína de Gatica.
Consagración de la catedral
El día 15 de junio de 1993 el Papa Juan Pablo II vino a Madrid para dedicar y consagrar la catedral que había tardado 110 años en construirse. Durante el periodo de 1984 a 1993 se llevaron a cabo otras importantes obras, como fue la pavimentación completa del templo con mármol crema y verde de Almería, formando dibujos sencillos pero de gran impacto visual; se ordenó el presbiterio, de acuerdo con modelos de la nueva liturgia, inspirados, sobre todo, en las últimas reformas de la catedral de Milán; se creó, igualmente, el altar de la Virgen de la Almudena, con una escenografía que exaltara la dignidad de la imagen, incorporada en un bello retablo de Juan de Borgoña. Asimismo se hicieron obras en algunas capillas y se llevaron a cabo instalaciones de calefacción por hilo radiante bajo pavimento; iluminación por focos y protectores adecuados al ambiente, así como la instalación de megafonía.
A lo largo de los años siguientes se han ido sucediendo mejoras y completando estancias y espacios inacabados que la han ido conformando y dando su imagen actual.
En el interior, la catedral de la Almudena presenta planta de cruz latina con una nave central y dos laterales y un crucero de tres naves, rematado en uno de sus lados por la capilla de la titular. El suelo de este templo es una combinación de mármol verde serpentina de Granada y amarillo de travertino pulido; la mesa del altar también ha sido realizada en mármol verde serpentina. A su derecha se encuentra la cátedra episcopal, tallada en nogal, de estilo neogótico, obra realizada por Ramón Fonollosa en 1885.
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