Pazo de Meirás (Palacio); Ex libris.-a



El pazo
El pazo de Meirás

El pazo es un tipo de casa solariega tradicional gallega, de carácter señorial, normalmente ubicada en el campo, antaño residencia de personas importantes de la comunidad (antes, de reyes o nobles). Fueron de importancia crucial en los siglos XVII a XIX, relacionados con la arquitectura rural y monástica y con el sistema de organización feudal, ya que constituían una especie de unidad de gestión local alrededor de los cuales transcurría la vida de los aldeanos.
Como categoría arquitectónica palaciega florece una vez concluidas las refriegas señoriales del siglo XV, pues hasta entonces los hidalgos habitaban en torres, construcciones más apropiadas para la actividad bélica. Así, el pazo (o los pazos) fueron convirtiéndose en la marca social y refugio de la clase hidalga, que retrató en sus novelas Otero Pedrayo a principios del siglo XX. También Emilia Pardo Bazán reflejó en la literatura la vida en los pazos, en su novela Los pazos de Ulloa, que fue también llevada al cine y a la televisión.
Al pazo como estructura arquitectónica civil tradicional se le asociaba una red social: la de los sirvientes del hidalgo y de los tributarios de los fueros, que mismamente llegaban a vivir en el mismo recinto (sobre todo los primeros). Suelen constar de un edificio principal rodeado de jardín, un palomar y a menudo incluyen edificaciones anexas como pequeñas capillas para celebraciones religiosas.
El pazo es un tipo de casa solariega tradicional gallega, de carácter señorial, normalmente ubicada en el campo, antaño residencia de personas importantes de la comunidad (antes, de reyes o nobles). Fueron de importancia crucial en los siglos XVII a XIX, relacionados con la arquitectura rural y monástica y con el sistema de organización feudal, ya que constituían una especie de unidad de gestión local alrededor de los cuales transcurría la vida de los aldeanos.
Como categoría arquitectónica palaciega florece una vez concluidas las refriegas señoriales del siglo XV, pues hasta entonces los hidalgos habitaban en torres, construcciones más apropiadas para la actividad bélica. Así, el pazo (o los pazos) fueron convirtiéndose en la marca social y refugio de la clase hidalga, que retrató en sus novelas Otero Pedrayo a principios del siglo XX. También Emilia Pardo Bazán reflejó en la literatura la vida en los pazos, en su novela Los pazos de Ulloa, que fue también llevada al cine y a la televisión.
Al pazo como estructura arquitectónica civil tradicional se le asociaba una red social: la de los sirvientes del hidalgo y de los tributarios de los fueros, que mismamente llegaban a vivir en el mismo recinto (sobre todo los primeros). Suelen constar de un edificio principal rodeado de jardín, un palomar y a menudo incluyen edificaciones anexas como pequeñas capillas para celebraciones religiosas.
El vocablo pazo es un cognado de palacio, pues procede del latín palatiu(m). Como curiosidad, la palabra portuguesa, lengua cercana al gallego, para decir palacio es paço.
El pazo da lugar a numerosos topónimos gallegos, tales como Pazos de Borbén, Pazos de Borela o Pazos de Reis, tres localidades de la provincia de Pontevedra. A su vez estos topónimos o el pazo mismo dan lugar a varios antropónimos, tales como Pazo, Do Pazo, O Pazo, o Pazos. Estos antropónimos se vuelven nuevamente topónimos en algunas localidades americanas, como el caso de Pazos Kanki, localidad de la Provincia de Buenos Aires, Argentina, que recuerda la memoria de Vicente Pazos Kanki, sacerdote altoperuano que tuvo participación en la Revolución de mayo.





Municipio de Sada
«En campo de azul, un navío de dos palos de oro habillado de plata, con velamen al viento, sobre ondas de plata y azul; en el saliente de cada flanco un monte rocoso de gules defendido por una torre abierta y donjonada de oro. Al timbre, corona real cerrada.»


Sada es un municipio español en la provincia de La Coruña (Galicia). Situado en las Rías Altas, dentro de la ría de Betanzos, dista unos 20 km de la capital de la provincia. Es un pueblo costero, con la pesca y el turismo como industrias principales. 




es un pazo señorial situado en el término municipal de Sada (Provincia de La Coruña), España.

Descripción

Las Torres de Meirás se sitúan próximas al centro de una gran propiedad, en la zona elevada de una ladera que domina un amplio valle. La finca está rodeada por un fuerte muro de piedra que, en el momento en que se construyó, no incluía tres parcelas que fueron añadidas posteriormente a la propiedad, entre las que se encuentra la de la Casa de las Conchas.
El edificio principal es de estilo romántico. Cuenta con tres torres cuadradas y almenadas de alturas distintas, unidas por estructuras más bajas: la que une las dos torres de la fachada oeste acoge la capilla, y la que está entre las torres de la fachada sur, donde está la portada principal de acceso, aloja el vestíbulo. Las torres de poniente tienen tres alturas y la de la Quimera, cuatro. Su cerramiento está realizado en granito, aunque existe una gran variedad en los tipos de aparejo, reservándose las mejores piezas de cantería para las esquinas, los vanos, remates y piezas singulares.
Destacan las elegantes ventanas de una de las torres, formadas por una triple arcada apoyada en columnas y balaustrada corrida del segundo piso, y los huecos en esquina de la siguiente planta bajo dinteles de cantería rematados en arco labrado en la misma pieza y apoyados sobre tres esbeltas columnas con capiteles. El balcón cubierto de la Torre de la Quimera es otro de los elementos singulares de esta fachada. Está soportado por tres poderosas ménsulas o modillones, con balaustrada de remate macizo sobre pequeñas columnas, en las que apoya la doble arcada que soporta la cubierta y en la que no faltan los elementos decorativos de épocas anteriores.
En la fachada norte se encuentran unas dependencias que podrían haber sido añadidas en algún momento para ampliar las torres y dotarlas de un área destinada a la servidumbre.
En la capilla hay un retablo barroco dedicado a San Francisco y que fue trasladado desde el Pazo de Santa María de Sada, al sufrir éste un incendio. El pazo alberga interesantes piezas arqueológicas, blasones, escudos, fuentes y cruceros, acumulados fundamentalmente por el general Franco durante su estancia estival allí.

Historia
Vista de la Torre de la Químera y de otra de las tres torres. Entre ellas, el acceso principal al edificio. A la derecha, se aprecia el tejado de las dependencias destinadas al servicio.


A pesar de su aspecto medieval la actual edificación es de finales del siglo XIX -la primera piedra se colocó en 1893- y está edificada sobre las ruinas de una antigua fortificación, perteneciente a los Patiño de Bergondo desde el siglo XVI,​que fue destruida por las tropas francesas en el año 1809 durante la guerra de la Independencia.
Emilia Pardo Bazán

Mediante enlaces las propiedades fueron pasando a los Pardo de Lama, y por herencia llegó a Emilia Pardo Bazán,​ que emprende la construcción de la actual edificación que era conocida como las Torres de Meirás. La escritora se casó en la capilla del pazo –al que llamaba «Granja de Meirás»—5​ el 10 de julio de 1868 y, una vez remodelado, pasaba allí más de cuatro meses al año (el resto en Madrid y La Coruña). Trabajaba en la torre que llamó «de la quimera», donde tenía instalada su biblioteca, que permaneció allí tras la cesión del edificio a la familia Franco.
Tras la muerte de Emilia, en 1921, y el asesinato en 1936 de su hijo Jaime y del nieto de la condesa, también llamado Jaime, por milicianos de la FAI, la propiedad queda en manos de su hija Blanca Quiroga de Pardo Bazán y de Manuela Esteban-Collantes, viuda de Jaime.​ Las dos deciden donar el Pazo a la Compañía de Jesús con una serie de condiciones que no son aceptadas por estos.
Entonces, en 1938, las autoridades coruñesas deciden ofrecer el Pazo a Francisco Franco como residencia veraniega, y compraron la propiedad y regalaron a Francisco Franco. La operación de compra incluyó por tanto todo el mobiliario y el legado de la escritora, así como unas 3 hectáreas de terreno.

Se constituyó una comisión con el fin de acondicionar el pazo y recaudar el dinero necesario para ello​ por medio de donativos en parte forzosos. A funcionarios y trabajadores de empresas privadas se les restó parte de su salario para comprar el Pazo, y se obligó a los ayuntamientos de La Coruña a aportar como mínimo el 5% de la recaudación del impuesto de la contribución.

 La Junta Pro Pazo encomendó por carta a los alcaldes que constituyeran comisiones para «visitar personalmente a sus convecinos para que nadie pueda mañana considerarse postergado si su deseo es contribuir con su grano de arena para el Pazo del Caudillo».​ 

La torre y los principales motivos ornamentales del Pazo de Bendaña en Dodro fueron trasladados al Pazo de Meirás.

 A las propiedades iniciales que correspondían al Pazo, se le añadieron algunas cercanas gracias a un proceso de expropiación forzosa de los terrenos colindantes, llevando así la superficie del edificio y de las tierras que lo rodean a 6,6 hectárea.​ La Diputación de La Coruña también expropió fincas para la «mejora y ornamentación» de la carretera que va de la capital de la provincia al Pazo.

Historia del Palacio.

"Muchos de los muebles de la condesa pasaron a la Real Academia Gallega y al ayuntamiento de A Coruña, donde aún se conservan", asegura el arqueólogo y escritor gallego Felipe Senén, experto conocedor de la historia del edificio desde que la escritora ordenase su construcción en 1893. Ya antes de la donación del pazo al general, su esposa Carmen Polo visitaba con asiduidad Meirás y, una vez instalada la familia, "trajeron muchos muebles del palacio del Pardo, todo lo que sobraba allí iba a parar aquí". La esposa de Franco "supervisó una decoración más acorde con el desbarajuste que hicieron en el pazo", recuerda Senén.
Lámparas holandesas de bronce, sillas forradas de cuero, trofeos de caza y una gran cantidad de cortinajes y cuadros de Franco fueron algunos de los elementos decorativos introducidos en la remodelación. Colecciones de escudos y hórreos o cruceros traídos desde Pontevedra, además de material donado por la Iglesia o ánforas romanas de la bahía coruñesa, completaban la estampa de las casi siete hectáreas de terreno. Algunos elementos se sustituyeron, como los forjados del techo originalmente de madera, o el suelo del comedor, o la entrada principal, provocando una falta de coherencia con el conjunto arquitectónico, como constataron los técnicos de la Xunta que en 2008 examinaron el interior del edificio.
Tras la muerte del caudillo, un incendio aún hoy rodeado de misterio, se originó en el pazo. Fue la noche del 18 de febrero de 1978 y afectó de manera especial a La Quimera, la torre más elevada de Meirás, que albergaba la biblioteca personal de Pardo Bazán. Aunque se habló de un cortocircuito, los guardias civiles encargados de custodiarlo declararon haber cortado la electricidad esa noche. No está claro el origen de este fuego que no llegó a destruir los libros de la estancia que quedaron, eso sí, unidos en bloque, por el humo.
Algunos elementos de valor como piezas de nácar o platería fueron llevadas a la Casa de Cornide, en A Coruña, al igual que dos tallas del Maestro Mateo procedentes del Pórtico de la Gloria que, tras el fuego, se instalaron en la colegiata de Santa María, según cuenta Felipe Senén. Los libros de Pardo Bazán fueron recuperados y en gran parte trasladados a la Real Academia Gallega, un total de 8.000 donados por la esposa de Franco.
La prensa de la época se hizo eco del suceso. Poco antes, también publicaba la intención de Carmen Polo de donar la propiedad a la Fundación Francisco Franco, algo que nunca ocurrió tras los daños causados por el fuego. El día de los hechos también se habla de un intenso tráfico de vehículos militares en la propiedad. La inspección técnica llevada a cabo por técnicos de Cultura en 2008 constató los problemas derivados de la desafortunada reparación de los daños además de la deficiente instalación eléctrica y las humedades.
Las torres de Meirás fueron el refugio cultural de una de las más destacas escritoras del XIX. Pardo Bazán "lo convirtió en el enmarque de su personalidad", dice Felipe Senén. Por el palacio pasaron algunas de las más destacadas personalidades de la época pero su origen se remonta a unos siglos antes. Eran las ruinas de una antigua fortificación, perteneciente a los Patiño de Bergondo desde el siglo XVI, destruida por las tropas francesas en el año 1809, durante la Guerra de la Independencia.
En las inmediaciones del edificio que Pardo Bazán ordenó rehabilitar se hallaba un castro del siglo IV a. C. En palabras del arqueólogo Senén, "una importante necrópolis de la Edad de Hierro". Resistió hasta los años 80 pero "las políticas urbanísticas de los ayuntamientos no lo preservaron y acabó desapareciendo". Cerca del pazo se erigió en la década de los 50 la actual iglesia parroquial de Meirás. Además, la capilla del propio edificio sirve de unión a las dos torres.
En esta capilla la propia escritora contrajo matrimonio en 1868 con José Quiroga y, más de un siglo después, sería usada para sus nupcias por las descendientes de Franco. En 1977, se desposó en Meirás Merry Martínez Bordiu con Jimmy Giménez Arnau. En 1966 le tocó el turno a Arancha Martínez Bordiu y, en 2008, la hija de los primeros contrayentes. Además, el vástago de Carmen Martínez Bordiu, Luis Alfonso de Borbón, pidió allí la mano de su esposa Margarita Vargas en 2004. La familia ha seguido visitando Meirás de forma esporádica en la temporada estival.
Hace nueve años la propia Carmen Polo acompañó a una expedición de la UNED en colaboración con la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes al interior del pazo. Este acto de apertura al exterior, el primero que se produjo hasta la actualidad, tenía como protagonistas a dos profesoras autoras de un libro sobre la vida y obra de Pardo Bazán. Para documentarse, pidieron acceder a la antigua residencia de la escritora y dentro, el equipo grabó imágenes de las estancias privadas, muchas de ellas cerradas hoy al público. "La decoración decimonónica dejaba vestigios de la estancia de Bazán y algunas salas conservaban su esencia pero, en general, era ya la residencia de Franco", rememora Margarita Almela sobre su privilegiada expedición al Pazo de Meirás.






Comentario

El Pazo, edificado sobre unas ruinas del siglo XVI y considerado como Bien de Interés Cultural, pasó a manos de los Franco en 1938, después de que los descendientes de Emilia Pardo Bazán decidiesen venderlo a una Junta pro Pazo, un grupo de notables coruñeses que lo adquirieron gracias a supuestas donaciones de la sociedad civil para, posteriormente, regalarlo a Caudillo.  Sin embargo, en Meirás se mantiene todavía la huella del paso de la Pardo Bazán, que hizo grabar los nombres de tres de sus obras en la fachada de la torre principal, conocida como la Torre Quimera. La escritora también fue la encargada de bautizar al ahora Pazo como «Castillo de Meirás», en un intento por dotar a esta construcción de un aire más cosmopolita, próximo a las modas europeas del siglo XIX y a su propia visión arquitectónica.
Los interiores y la decoración del monumento, una de las cuestiones que más expectación levantaron entre el público asistente, se caracterizan por su sobriedad y austeridad. Así, dos de las paredes del hall de acceso a la vivienda están repletas de trofeos de caza obtenidos por los nietos de Francisco Franco mientras que al fondo, un enorme busto representa su figura. Asimismo, llama la atención el gran número de piezas de cacería y retratos de familia que decoran las distintas partes de la casa abiertas al público. Así por ejemplo, en el salón de fiestas pueden contemplarse dos grandes lienzos que representan al caudillo y a su esposa, mientras que frente a la escalinata principal se alzan otros tres cuadros en los que aparece el matrimonio junto a su hija.
Uno de los espacios más imponentes es el vestíbulo de acceso, del que parte una majestuosa escalera de granito, coronada por una vidriera, con pasamanos de madera, que conecta con las plantas superiores a distinta altura. En esta planta baja, antaño, se encontraba la biblioteca personal de Emilia Pardo Bazán —formada por cientos de volúmenes de incalculado valor, ya que nadie los ha podido catalogar hasta el momento—, que quedó en manos de los Franco cuando adquirieron la propiedad del Pazo.
Los tintes personales del paso de los Franco por Meirás quedan reflejados también en algunas de las vajillas de porcelana que aún se conservan en las vitrinas del salón o en las piezas de tapicería que amueblan la parte baja de la residencia. Como curiosidad, en una de las paredes de un antiguo despacho es posible contemplar un jarrón floral pintado por el propio Franco en 1946. Pese a todo, uno de los destinos más interesantes de la visita es el despacho del caudillo, que cuenta con las vistas más privilegiadas de toda la residencia.
Ubicado en un segundo piso, este espacio —no muy amplio y amueblado con parquedad— guarda parte de la biblioteca personal del ferrolano. Entre los volúmenes que Franco coleccionó a lo largo de su vida se cuentan «libros sobre historia y regímenes», tal y como explicó el guía de la visita a los participantes en el recorrido, dado que al tratarse de obras personales el público tiene restringido el acceso a ellas. Por último, y presidiendo esta recámara amueblada con piezas pesadas y de madera oscura, una imagen del Franco durante el levantamiento militar de África.
En la capilla que se localiza en el ala oeste de la edificación, los curiosos que se acercaron a Sada se toparon con un gran retablo tallado que rememora la figura de Francisco de Asís. A su lado, un arco en homenaje a Santiago Apóstol y dos cuadros con motivos religiosos depositados allí hace décadas. El techo es abovedado, con tribuna a la que se accede desde la planta superior de una de las torres.
Los espacios interiores de Meirás se dividen entre los del uso de los propietarios y las zonas para el servicio. En el ala este se ubican dos salones y el comedor, así como el acceso a un office y la cocina, que conecta con las dependencias de la servidumbre. En las plantas superiores están los dormitorios y el despacho que ocupaba Franco.


Valores artísticos

A pesar de toda la mística que rodea al Pazo de Meirás por haber sido durante cuatro décadas la residencia veraniega del Jefe de Estado, el edificio en sí no tiene un valor artístico de especial relevancia. Así lo ponían de manifiesto durante la incoación de la catalogación como BIC tanto el Consello da Cultura Galega como la Academia de Bellas Artes de La Coruña. 

Ambos «no consideraron tan decisivos sus valores arquitectónicos o artísticos, sino su destacada importancia como lugar de memoria, reflejo de un pasado burgués, cosmopolita, nobiliario y político», según consta en el decreto autonómico de 2008 que validó su declaración como Bien de Interés Cultural.

En la declaración como BIC, los expertos resaltaron de Meirás no tanto sus valores arquitectónicos o artísticos sino «su importancia como lugar de memoria»

«Aunque los diseños del Pazo se asocien con el arquitecto-historiador Vicente Lampérez o al artista y crítico de arte Rafael Balsa de la Vega, no debe dudarse que, en justicia, las Torres de Meirás constituyen una recreación personal de doña Emilia, son su novela o narración pétrea hecha arquitectura», recogía el decreto, «esto significa que las Torres de Meirás son una obra de la condesa de Pardo Bazán, quien además las convirtió en escenario creativo de muchos de sus escritos, algo de lo que muy pocas construcciones señoriales gallegas pueden presumir».


El Pazo de Meirás fue declarado Bien de Interés Cultural en el año 2008. La categoría de BIC (Bien de Interés Cultural) incluye el compromiso de los propietarios a tener que abrir al público el inmueble, al menos, tal y como dicta la ley, 4 días al mes. El 25 de marzo de 2011 las puertas del Pazo de Meirás se abrieron por primera a los visitantes.





Los 3.200 libros de Pardo Bazán atrapados en el Pazo de Meirás

Tras cuatro años de trabajo, la Real Academia Galega logra inventariar las obras que la viuda de Franco conservó en la residencia. La institución pedirá su protección cultural.
10 oct 2020

En la noche del 18 al 19 de febrero de 1978, meses antes de aprobarse la Constitución, un incendio que las autoridades del momento atribuyeron a un cortocircuito carcomió las entrañas del pazo de Meirás. La voz de alarma corrió por Sada, y guardias civiles, militares y vecinos del municipio coruñés donde se yerguen las torres se lanzaron, con la única luz de las linternas y los faros de los coches, a salvar de las llamas todo lo que pudieron. A la mañana siguiente, incontables objetos de valor se amontonaban como restos de una batalla en el jardín. La prensa de aquel día citaba un piano de cola que habían sacado a rastras varios periodistas, figuras, tapices, alfombras, cuadros, ánforas, muebles. También libros, bastantes libros, que tras sobrevivir al incendio acabaron empapados bajo esa lluvia que tantas veces irrumpe después de un fuego.

Aquel siniestro dejó Meirás inhabitable y la biblioteca que había sido de la mujer que precedió a Franco en la posesión del inmueble, Emilia Pardo Bazán, quedó amputada. Cerca de 8.000 volúmenes fueron donados a la Real Academia Galega (RAG), cuya sede es precisamente la casa natal, y ahora museo y archivo, de la escritora en A Coruña. Pero un número indeterminado quedaron atrás, atrapados dentro de esa mansión que el mes pasado perdieron los nietos del dictador en primera instancia, después de que la juez Marta Canales reconociese al Estado como legítimo propietario. Ahora se sabe que estos libros que permanecieron en Meirás, castigados después por décadas de humedad, alcanzan la cifra de 3.200.

La Academia los ha inventariado en sucesivas visitas desde 2016, y se propone recuperarlos. La idea fue de Xulia Santiso, directora de la Casa-Museo de Emilia Pardo Bazán, que asumió los contactos con Carmen Franco, y la Academia, que entonces presidía Xesús Alonso Montero, se amparó en que el pazo en sí ya era Bien de Interés Cultural (BIC) desde 2008 para poder entrar. Durante dos años, en visitas de periodicidad semanal, un equipo de investigadores dirigido por Cristina Patiño fue recabando títulos y referencias de los 3.200 volúmenes confinados.

 “Muchos salían pegados, con la encuadernación de cuero fundida por el calor del incendio”, describe Santiso. Sobre los estragos sufridos también testificaba en el reciente juicio de Meirás el suegro de una de las nietas de Franco, Fernando Quiroga: “Sacas un libro de la estantería y te salen seis juntos”.

Ahora, la RAG prepara la publicación del inventario completo de la biblioteca de Pardo Bazán, con los libros que ya custodiaba y los que aspira a incorporar procedentes del pazo. Según explica el actual presidente, Víctor F. Freixanes, la institución presentará a la Xunta en pocos meses la solicitud de BIC para proteger como una “unidad” toda la colección que atesoró en vida la literata. En 1956, Blanca Quiroga, hija y heredera de Pardo Bazán, decidió que a su muerte fuera donada a la Academia no solo la casa de la escritora en la calle Tabernas de A Coruña sino todos los documentos, 420 libros y bienes que ella conservaba. La condición era que la institución, de la que la escritora había sido nombrada presidenta honoraria en 1905, “cuidase de su memoria y de su legado”, recuerda Freixanes. “Nos sentimos herederos y depositarios de su patrimonio”, dice, “y el patrimonio no son solo las piedras, sino el espíritu de una persona representada en sus libros”.

En Meirás hay dos bibliotecas. Una localizada en una estancia de la planta baja que había mandado construir Franco, en el ala que menos sufrió el incendio, y otra, la de Pardo Bazán, que tenía su epicentro en la Torre de la Quimera, la más alta de las tres que integran el palacete y la favorita de la escritora. Desde esa habitación que mira al jardín desde el que llamaba “el balcón de las musas”, a medida que fue acumulando volúmenes la condesa fue mandando construir librerías por otras salas, también en su dormitorio. En las visitas al pazo, el guía explica que la autora se levantaba a las cuatro y media de la mañana y se encerraba a trabajar en su despacho, rodeada por los libros.

El humo, más que las llamas, dañó especialmente este sector del edificio (que 20 años después rehabilitaron los Franco), y en el afán de salvar la mayor cantidad de objetos posible buena parte de los libros fueron sacados al césped en medio del caos. A la intemperie de aquel mes de febrero quedaron tanto los del generalísimo como los de la condesa. El libro Meirás. Un pazo, un caudillo, un espolio (Fundación Galiza Sempre), de los investigadores Carlos Babío y Manuel Pérez Lorenzo, relata que los ejemplares acabaron siendo resguardados en la capilla del propio palacete y en el cuartel de Infantería, después de ser cargados en cuatro camiones por soldados de reemplazo.

Hoy se cree que en aquel suceso no se perdieron muchos volúmenes de los más de 11.000 que guardaba la autora. Todos estaban identificados con cuidadosas fichas, y tal y como explica la directora del Archivo de la RAG, Mercedes Fernández-Couto, numerados con un cuño rojo y organizados en varias estancias según unos planos de puño y letra de Pardo Bazán que se conservan.

La escritora Marilar Aleixandre, que representó a la Academia en la llamada Xunta pro-Devolución do Pazo, defiende que los libros que duermen su letargo en Meirás desde la dictadura y aquellos otros que en el 78 fueron entregados por Carmen Polo a la RAG, por intermediación del Ministerio de Cultura, conforman “una biblioteca de autora”. “En ellos se encuentran los temas que le interesaban, sus notas, las lecturas que influyeron en sus obras”, detalla. Lo que “no se sabe", sigue, es "el criterio” que siguió la viuda de Franco para decidir qué libros se quedaban en Meirás y cuáles se entregaban a la Academia. La institución que vela por la lengua gallega custodia 7.423 volúmenes (de ellos casi 600 deteriorados) y restos de “otros 450 irrecuperables pero de los que se conoce el título”.

¡Europeicémonos!”, clamaba en un artículo Pardo Bazán, una lectora voraz que viajaba con insistencia a París y otras capitales europeas donde podía pasar días enteros en librerías y bibliotecas. Además de muchas primeras ediciones y ejemplares dedicados por sus autores, en su colección hay abundantes libros en francés, inglés, alemán, portugués, italiano. Entre otros muchos ahí están Dumas, Balzac, Voltaire, Zola, Flaubert, Concepción Arenal, Galdós, Valera, Pereda, o libros de consulta, de viajes y de ciencias como los del naturalista Alexander von Humboldt o los ensayos de John Stuart Mill. En general, la colección aglutina los “intereses” infinitos de “una mujer abierta y apasionada, que gozaba de la vida”, define Aleixandre, que acaba de entregar a la Editorial Galaxia su último trabajo, Movendo os marcos do patriarcado: O pensamento feminista de Emilia Pardo Bazán, escrito con María López Sández.

Sin rastro de las cartas “volcánicas” de Galdós

Como narran Babío y Pérez Lorenzo, Franco mostró desde su llegada a Meirás interés por conservar la biblioteca de la antigua moradora de las torres. Desde Madrid, en 1940 viaja sucesivas veces el conserje de la Biblioteca Nacional, Evaristo Naya, para revisar, limpiar y empaquetar los libros en orden mientras los carpinteros reconstruyen las estanterías. En un informe, el encargado resta valor a la colección de Pardo Bazán. Destaca que hay “muy pocas encuadernaciones buenas” y que “lo mismo se puede decir del mérito de los libros”. En años posteriores, en sus estancias en el caserón el propio dictador fue seleccionando lotes de libros y se enviaron sucesivas remesas al gobernador civil, con instrucciones para que encargase “su encuadernación, como de costumbre, a los chicos [huérfanos y necesitados] del Hogar Calvo Sotelo”.

Pero si los libros se conservan casi todos, no ocurre así con las cartas que envió Benito Pérez Galdós a la escritora durante los años en que mantuvieron una fogosa relación. El libro de Pérez Lorenzo y Babío relata la supuesta quema de aquellas misivas, presuntamente pecaminosas, durante la primera visita de Carmen Polo a Meirás. Según esta versión, la esposa del dictador habría actuado aconsejada por el párroco. Julia Santiso reconoce la dificultad para confirmar este episodio, y explica que aunque a ella la hija de Franco le relató estos hechos en un encuentro, años después se desmintió y contó que las cartas de amor le habían sido entregadas “en una caja” a la hija de Pardo Bazán.

Pero en el legado entregado a la Academia, aquellas cartas de una relación “volcánica” (en palabras de Marilar Aleixandre) no estaban. De las que escribió Galdós, apenas se conserva una de 1883. Se puede intuir el tono, sin embargo, por la correspondencia enviada por Pardo Bazán que se guarda en la casa museo del escritor en Gran Canaria. Son 92 epístolas que en 2013 vieron la luz juntas en el libro Miquiño mío. Cartas a Galdós de Isabel Parreño y Juan Manuel Hernández (Turner). 
La relación fue evolucionando desde el “admirado maestro” y el “amigo querido” de los primeros años hasta el “ratonciño”, “dulce vidiña”, “miquiño” o “monín” de 1888 y 1889. “Pánfilo de mi corazón: rabio también por echarte encima la vista y los brazos y el cuerpote todo. Te aplastaré. Después hablaremos dulcemente de literatura y de la Academia y de tonterías, ¡pero antes morderé tu carrillito!”, escribía la apasionada condesa en aquellas misivas. 

“Hay en mí una vida tal afectiva y física, que puedo sin mentir decir que soy tuya toda: Toda”.




Libros de la biblioteca personal de Franco, a la venta en internet

Desde hace ya tiempo se ofrecen en distintas plataformas ejemplares con su exlibris, en el que se reafirmaba  como 'Caudillo de las Españas'
Fotografía de uno de los volúmenes a la venta, con el ex-libris del Caudillo (a la izquierda). Se trata de una de las obras clave del aragonés Miguel Asín y Palacios, su 'Crestomatía de árabe literal con glosario y elementos de gramática', publicada en 1939.Fotografía de uno de los volúmenes a la venta, con el ex-libris del dictador (a la izquierda). Se trata de una de las obras clave del aragonés Miguel Asín y Palacios, su 'Crestomatía de árabe literal con glosario y elementos de gramática', publicada en 1942.


Libros de la biblioteca personal de Francisco Franco se ofrecen a la venta desde hace tiempo en internet, mientras se desconoce aún el destino final de algunos de los volúmenes más codiciados, los pertenecientes a la biblioteca de Emilia Pardo Bazán. 
En plataformas como Iberlibro se ofrecen títulos como 'Economía y cultura humana en la España actual', que publicó Ángel Benito y Durán en 1966, y que puede adquirirse por 150 euros. Y en otras, como Todocolección, se ofrecen los volúmenes de tres en tres. Ahora, por ejemplo, puede adquirirse por 350 euros un lote que incluye la 'Crestomatía de árabe literal, con glosario y elementos de gramática, que publicó el zaragozano Miguel Asín y Palacios, en edición de 1942; las 'Obras escogidas' del mismo autor, publicadas en 1946, y un tercer libro, con dedicatoria personal del autor a Franco, 'Paraguay y la Hispanidad'. En las últimas semanas han salido a la venta también otros libros con dedicatoria manuscrita al dictador a cargo de intelectuales españoles del siglo XX, algunos muy conocidos.

Los ejemplares de la biblioteca personal de Franco suelen estar encuadernados en piel, con nervios y dorados, y tienen estampado en su frontal un enorme escudo antiguo de España (con el águila, el yugo y las flechas y la leyenda de 'Una, grande, libre'). En ellos destaca su exlibris, una etiqueta blanca, rectangular y con bordes redondeados, que suele estar en la esquina superior izquierda del dorso de la portada. Los exlibris son etiquetas o estampas que se colocan en los libros y cuyo diseño elige el dueño de la biblioteca incluyendo, además de un motivo ornamental, alguna leyenda. Dicen mucho de la persona que ha creado la biblioteca, la suelen definir intelectualmente, y, tanto por ello como por la variedad iconográfica que presentan, cuentan con numerosos coleccionistas en todo el mundo.
El exlibris de los libros de Franco es revelador, Presenta el que está considerado como el escudo personal del dictador, que ordenó diseñar en 1940, compuesto por dos dragantes (cabezas de dragón que abren su boca) y dos columnas de Hércules, y presenta también la Cruz Laureada de San Fernando, la más preciada condecoración militar española. La leyenda, en este caso, está en latín: 'Ex-libris Franciscus Franco. Hispaniarum Capdellus'.En él se definía como 'Caudillo de las Españas'. Un exlibris suelto de Franco se vendía el año pasado por 25 euros.


Biblioteca personal

La biblioteca personal de Franco está desperdigada e incluso ha sido objeto de polémica reciente, en especial la parte que correspondía originalmente a la biblioteca de Emilia Pardo Bazán. Los nietos de Franco ofrecieron hace unos meses a la Real Academia Española los 800 volúmenes que se conservan en Madrid junto a los casi 3.000 que aún estaban en el Pazo de Meirás coruñés. La hija de Emilia Pardo Bazán había donado a Franco la biblioteca personal de su madre y los descendientes del dictador la quisieron ceder a la RAE, aunque esta rechazó el ofrecimiento al entender que deberían estar en manos de la Xunta de Galicia. Tras el rechazo, los descendientes iniciaron la búsqueda de otras instituciones que los pudieran acoger en su seno. 
Paraguay y la Hispanidad

Paraguay y la Hispanidad

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Paraguay y la Hispanidad

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Estos ejemplares son una pequeña parte de la biblioteca personal de Franco, que debió ser enorme. Se sabe que cuando fue director de la Academia General Militar de Zaragoza pasaba más tiempo en la biblioteca que en la calle y que a mediados de los años 20 su biblioteca personal superaba los 7.000 volúmenes y estaba especializada en temas históricos.

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