La montaña del Príncipe Pío: El Templo de Debod y el cuartel de la montaña.-a


Esteban Aguilar Orellana ; Giovani Barbatos Epple.; Ismael Barrenechea Samaniego ; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; -Rafael Díaz del Río Martí ; Alfredo Francisco Eloy Barra ; Rodrigo Farias Picon; Anllela Hormazabal Moya ; Patricio Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda; Jaime Jamet Rojas ; Gustavo Morales Guajardo ; Francisco Moreno Gallardo ; Boris Ormeño Rojas; José Oyarzún Villa ; Rodrigo Palacios Marambio; Demetrio Protopsaltis Palma ; Cristian Quezada Moreno ; Edison Reyes Aramburu ; Rodrigo Rivera Hernández; Jorge Rojas Bustos ; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba ; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala ; Marcelo Yañez Garin; Ana Karina Gonzalez Huenchuñir; Alamiro Fernandez Acevedo; Francia Carolina Vera Valdes; Tatiana Flor Maulén Escobar; Raúl Meza Rodríguez; 

La montaña del Príncipe Pío se encuentra situada en Madrid, entre la plaza de España y las calles de la Princesa, Marqués de Urquijo y Ferraz.

Historia

Originalmente este paraje se denominó la Huerta, la Dehesa Florida o los altos de San Bernardino, y era parte de una gran finca del norte de Madrid. La montaña del Príncipe Pío de Saboya ocupaba en un principio todo lo que hoy es el parque del Oeste, la Florida y el barrio de Argüelles.
A finales de siglo XVII la propiedad fue a parar a la marquesa de Castel-Rodrigo, que se casó con el príncipe Pío de Saboya, y desde entonces ese espacio al sur de la finca se llamó popularmente Montaña del Príncipe Pío, nombre que ha llegado hasta nuestros días. El Príncipe Pío de Saboya era un aristócrata italiano que luchó a favor de Felipe V en la Guerra de Sucesión, y debido a su fidelidad le fue concedido el Toisón de Oro y el cargo de capitán general en Cataluña.
templo

En 1808, durante la Guerra de la Independencia contra los franceses, la noche del 2 al 3 de mayo, cuarenta y cuatro madrileños fueron fusilados en este lugar por las tropas napoleónicas. Sus cadáveres fueron expuestos durante días como escarmiento de la población, y hoy reposan en el Cementerio de la Florida. En el siglo XIX, al pie de la Montaña se construyó la Estación del Norte, en la actualidad Estación de Príncipe Pío, y en su parte alta el Cuartel de la Montaña, que sería destruido en el inicio de la Guerra Civil tras un sitio sangriento en el que murieron centenares de soldados.
 El solar quedó en ruinas durante décadas, y fue en 1970 cuando el terreno se cedió al Ayuntamiento de Madrid para crear unos jardines y reconstruir en su parte central el Templo de Debod, que había sido traído por piezas desde Egipto.

El Cuartel de la Montaña 

Ruinas del cuartel de la montaña

El Cuartel de la Montaña fue una edificación militar de Madrid construida durante el siglo xix, situada en la Montaña de Príncipe Pío. Alcanzó gran notoriedad por tratarse del lugar en el que se inició la sublevación militar de julio de 1936 en la capital española. Resultó prácticamente destruido durante la Guerra Civil y posteriormente sería demolido.
Cuartel de montaña

Se alzaba sobre la montaña del Príncipe Pío de Madrid, sobre el lugar en el que las tropas francesas del ejército de Napoleón fusilaron a los sublevados del alzamiento de 1808. Comenzó a edificarse en 1860 y el promotor fue Ángel Pozas. Las obras, que fueron acometidas por los arquitectos Cirilo Ulibarri y Felipe González Lombardo,​ terminarían en 1863. El coste de la obra fue de unos 20 millones de reales, bastante elevado para la época, los cuales fueron financiados en buena medida con los fondos obtenidos por el Estado tras la desamortización civil y eclesiástica de 1858-1863 (conocida como desamortización de Madoz). Se trataba de un sólido edificio de ladrillo y granito de gran sobriedad, de planta cuadrangular y dos patios, con capacidad para albergar una guarnición de 2600 a 3000 soldados de infantería, ingenieros y un grupo de alumbrado. 
El Cuartel se construyó en lo que entonces eran los arrabales de Madrid, constituyendo el primer punto del camino militar que, arrancando en el principio de la calle de Bailén, pasaba frente al Palacio Real y el declive de la calle de Segovia, debiendo terminar en las Vistillas de San Francisco y cuartel del mismo nombre, que no llegó a edificarse. Su relevancia, sin embargo, proviene de su papel en la sublevación militar de 1936 en Madrid.

Guerra civil




En julio de 1936 el cuartel era sede del Regimiento de Infantería «Covadonga» n.º 4, bajo el mando del coronel Moisés Serra Bartolomé.

El 19 de julio de 1936, el general Fanjul, militar sin mando de tropas en Madrid, pero encargado de la sublevación de la ciudad, entró, vestido de civil, en el cuartel de la Montaña. Sin embargo, en lugar de salir con las tropas para tomar los puntos vitales de la capital, proclamó simplemente el estado de guerra y se hizo fuerte junto con 1500 de sus hombres (de los cuales unos 140 eran solo cadetes de permiso en la capital) y unos 180 falangistas en el Cuartel de la Montaña. Esperaba que llegasen refuerzos desde las guarniciones de Campamento, Getafe y Cuatro Vientos, lugares todos ellos en donde la rebelión sería sofocada poco después. En el Cuartel de la Montaña se guardaban varias decenas de miles de cerrojos de fusiles, cuya falta hacía inútiles los correspondientes fusiles, en manos del gobierno.
Esa tarde, el cuartel fue rodeado por tropas leales al gobierno de la República, Guardia de Asalto, Guardia Civil y milicias populares, fuertemente armadas (artillería de 105 y 155 mm, aviación,...). Al amanecer del día 20, se inició el cañoneo del cuartel dirigido por el teniente de artillería Orad de la Torre. Los sublevados sólo resistieron algunas horas. Las diferencias de opinión entre los propios sublevados llevaron a unos a enarbolar la bandera blanca mientras otros seguían disparando sobre los asaltantes.
​ Cuando se utilizó la aviación contra ellos, la Guardia Civil logró forzar la toma del cuartel, siendo prácticamente destruido en el intento. La entrada de los milicianos asaltantes se tradujo en el asesinato de la mayor parte de los sublevados, especialmente los oficiales-cadetes (noventa de unos ciento cuarenta) y los falangistas.​ Se contabilizaron entre 500 y 900 muertos. El teniente Moreno, de la Guardia de Asalto, capturó al general Fanjul, a su hijo, teniente médico, y a otros oficiales, enviándolos a prisión. Tras ser juzgados el 15 de agosto por rebelión militar, se les fusiló ese mismo mes.
El edificio, que ya había resultado dañado durante el asedio y posterior asalto, recibió durante la guerra el impacto de numerosos proyectiles de artillería debido a su cercanía con la línea del frente, prácticamente estabilizada desde inicios de 1937. Hacia el final de la contienda era ya tan sólo un conjunto de ruinas irrecuperables, algunas de las cuales podían aún verse a principios de los años sesenta.

Franquismo

Después de la guerra se barajaron diversas ideas para aprovechar el solar, como por ejemplo, la edificación de la Casa de la Falange o la construcción de un nuevo ministerio. Ningún proyecto salió adelante y el solar fue finalmente cedido al Ayuntamiento de Madrid para que lo destinase a jardín público.

Placa conmemorativa.


Monumento a los caídos en el cuartel, de 1972.

El Cuartel de la Montaña, la primera chispa mortal de la Guerra Civil

Eran días de calor de julio en la capital y tal día como hoy, cuando no se alcanzaba la semana desde los primeros movimientos y sublevaciones, la Guerra Civil Española ya era una realidad que iba a prender fuego a todo un país. Era 1936 y el Cuartel de la Montaña, situado donde ahora reposa el Templo de Debod, fue un polvorín que dio inicio a las primeras muertes de la contienda española. Aquel día los sublevados contra la II República española se atrincheraban en el cuartel a la espera de los refuerzos, sin embargo, y pese la intención de liberación de los atrincherados, todo acabó a tiros y con un considerable reparto de cadaveres.
El 20 de julio de 1936, la Guerra Civil era más que inminente pese a que el día anterior, el 19 de julio, la prensa publicaba un comunicado del gobierno en el que se da por fracasado el intento de golpe de estado. Sin embargo, a pie de acera por las calles de Madrid no se habla de otra cosa que de la evolución de la sublevación contra la Segunda República.

En Madrid existe un lugar que sería el núcleo de la sublevación en la capital: el Cuartel de la Montaña. Se trataba de una edificación militar que se situaba donde hoy está el templo de Debod, en la montaña de Príncipe Pío. Era un edificio sólido construido en 1863, de planta cuadrangular y dos patios, con capacidad para albergar una guarnición de 2.600 a 3.000 soldados de infantería, ingenieros y un grupo de alumbrado.

Allí, el general Fanjul, su hijo y las tropas que todavía le eran fieles, optaron por permanecer encerrados a la espera de unos hipotéticos refuerzos que debían llegarle principalmente de Burgos, Valladolid o Zaragoza. Lo que no sabía es que de esta forma condenó el golpe de estado al fracaso.

Fanjul está convencido de que se encuentran aislados. Consideraba más factible mantenerse a la defensiva en el interior del cuartel, esperando a las columnas que el piensa que sin duda ya avanzan desde las otras ciudades camino de Madrid. Todo estaba preparado para la defensa del edificio: se instalan ametralladoras en los tejados y se tapian las aberturas con colchones y chapas metálicas. Por las noches, apagaban por precaución las luces del cuartel. Todo era incertidumbre.

El encierro no ha quedado ajeno y la noticia corre igual de rápido que la pólvora. Comenzaron a dirigirse hacia allí numerosos guardias civiles, soldados, guardias de asalto y multitud de civiles armados.

Ya a día 20, el cuartel se encontraba defendido por 1364 hombres pertenecientes a los regimientos de infantería, zapadores minadores y de alumbrado, a los que les acompaña un reducido grupo de voluntarios civiles de Falange, que se unieron a los alzados desde el día 18.

Si bien es cierto, fuera de los muros la realidad era distinta. Millares de personas ya rodeaban el cuartel y procedían a realizar algún que otro intercambio de disparos. A todos los hombres armados, se añadían dos cañones.

Durante el asalto al cuartel, se dejaron ver algunos aviones en el aire. El primero, cuando todos observaban expentantes lo que iba a ser probablemente un bombardeo, resultó ser el lanzamiento de unas octavillas donde se podía leer: "El Gobierno de la República os ha licenciado automáticamente; tenéis la licencia absoluta en vuestra mano. Basta con que abandonáis a los jefes y oficiales y salgáis a la calle en busca de nosotros, del pueblo que viene a libertaros".

El general Fanjul, que todavía confiaba en los refuerzos y los millares de soldados de los que disponía hizo caso omiso. Los siguientes aviones ya no estarían cargados de octavillas. La caída de una de las bombas que causó numerosos heridos, provocó principalmente que la moral de los sitiados cayese hasta el fondo.

Tras los primeros acontecimientos y con los heridos que había, apareció desde una ventana, una bandera blanca en sinónimo de rendición. Los asaltantes, al visualizarla, arrancaron hacia las puertas para recibir la esperada rendición. Fue entonces cuando las ametralladoras del interior comenzaron a sonar. Más que juego sucio, la situación hablaba por sí sola de la poca gestión dentro del cuartel y la mala organización.

Una vez alcanzado el mediodía, todo había terminado. El asalto había dejado más de 300 muertos, la gran mayoría en el interior del cuartel.

La euforia se desató entre los asaltantes, pero lo que no podían imaginar era que aquella pequeña reducción a los sublevados simplemente sirvión como pistoletazo de salida de una larga guerra que dejó un país devastada y cientos de miles de muertos. Era 20 de julio y arrancaba la Guerra Civil.


El parque del Cuartel de la Montaña


El parque del Cuartel de la Montaña fue inaugurado el 20 de julio de 1972, y en recuerdo de los hombres que murieron en su defensa se erigió un monumento (en 1972 todavía estaba en el poder Francisco Franco), realizado por Joaquín Vaquero Turcios y compuesto por una figura de bronce que representa el cuerpo de un hombre mutilado, colocada en el centro de un paredón construido en forma de sacos terreros.












El mismo día también fue inaugurado el Templo de Debod en el mismo parque, situado en el solar que ocupó el cuartel.
El Templo de Debod es un edificio del antiguo Egipto localizado actualmente en Madrid, España. Está situado al oeste de la Plaza de España, junto al paseo del Pintor Rosales (Parque del Oeste), en un alto donde se encontraba el Cuartel de la Montaña. Al ser trasladado a España, se situó de manera que conservase aproximadamente la misma orientación que en su lugar de origen, de este a oeste.

El Templo de Debod fue un regalo de Egipto a España en 1968 en compensación por la ayuda española tras el llamamiento internacional realizado por la Unesco para salvar los templos de Nubia, principalmente el de Abu Simbel, en peligro de desaparición debido a la construcción de la presa de Asuán. En agradecimiento, Egipto donó cuatro monumentos a los países que respondieron a este reclamo en una manera significativa: Dendur a los Estados Unidos (se encuentra actualmente en el Metropolitan Museum de Nueva York), Ellesiya a Italia (Museo Egipcio de Turín),​ Taffa a los Países Bajos (Rijksmuseum van Oudheden de Leiden)2​ y Debod a España.

Tiene una antigüedad de unos 2200 años. Su núcleo más antiguo fue quizás erigido bajo el faraón Ptolomeo IV Filópator, y decorado posteriormente por el rey nubio Adijalamani de Meroe hacia 200-180 a. C., siendo dedicado a Amón de Debod (Amani, en idioma kushita) e Isis, aunque a decir verdad la mayoría de los investigadores piensa que su erección fue obra de Adijalamani, interviniendo posteriormente Ptolomeo IV en él. Posee importantes añadidos de época ptolemaica y romano-imperial (del siglo I a. C. al II d. C.).

Bloques ubicados en la terraza del templo

En la terraza del templo se depositaron varios bloques (de los que se duda acerca de su colocación prístina en el edificio), formando con ellos un pequeño "museo". Algunos de estos sillares son especialmente interesantes:
templo

Bloque de Apedemak: Se trata de un dintel monumental que porta tres líneas horizontales de texto jeroglífico divididas por un "ankh" (signo de la vida eterna) con la titulatura de Adijalamani. En una de las líneas se contiene el epíteto "amado de Apedemak", referido al rey, siendo Apedemak el dios el principal del panteón meroítico. Se trataría, como subrayó Žabkar, de la mención más septentrional de este dios guerrero. Nos permite saber hasta qué punto los reyes indígenas de Meroe fueron capaces de llevar algunas de sus divinidades a la Baja Nubia, con un claro afán de reivindicación territorial.
Estela del león y el úreo: Una estela (del tipo top-rounded) muy deteriorada contiene, en uno de sus laterales, un úreo representado sobre un león echado sobre sus patas traseras. La asociación de ambas imágenes tiene seguramente un sentido apotropaico para los personajes (desconocidos, por haberse perdido la imagen de la luneta y el texto) que debieron ocupar la cara principal de la estela.
Aparte de estas piezas, algunos fragmentos de columnas del vestíbulo, un bloque anepígrafo y otro con una imagen de un dios carnero, así como una gran maqueta de la Baja Nubia completan el pequeño museo, junto a varios audiovisuales.

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