El Palacio arzobispal de Santiago.-a


Esteban Aguilar Orellana ; Giovani Barbatos Epple.; Ismael Barrenechea Samaniego ; Jorge Catalán Nuñez; Boris Díaz Carrasco; -Rafael Díaz del Río Martí ; Alfredo Francisco Eloy Barra ; Rodrigo Farias Picon; Anllela Hormazabal Moya ; Patricio Hernández Jara; Walter Imilan Ojeda; Jaime Jamet Rojas ; Gustavo Morales Guajardo ; Francisco Moreno Gallardo ; Boris Ormeño Rojas; José Oyarzún Villa ; Rodrigo Palacios Marambio; Demetrio Protopsaltis Palma ; Cristian Quezada Moreno ; Edison Reyes Aramburu ; Rodrigo Rivera Hernández; Jorge Rojas Bustos ; Alejandro Suau Figueroa; Cristian Vergara Torrealba ; Rodrigo Villela Díaz; Nicolas Wasiliew Sala ; Marcelo Yañez Garin; Ana Karina Gonzalez Huenchuñir; Alamiro Fernandez Acevedo; Francia Carolina Vera Valdes; Tatiana Flor Maulén Escobar; Raúl Meza Rodríguez; 


El Palacio arzobispal de Santiago es la sede administrativa de la Arquidiócesis de Santiago de Chile. Se sitúa en el lado poniente de la Plaza de Armas, al costado sur de la Parroquia El Sagrario y la Catedral Metropolitana, en el centro histórico de la ciudad.
Su construcción comenzó en el año 1851, cuando el gobierno le encargó el proyecto al arquitecto Claudio Brunet de Baines. En 1855 falleció Brunet de Baines y la construcción fue paralizada hasta el año 1869, cuando se reanudaron las obras con el arquitecto francés Lucien Hénault. En 1870 se terminó la obra y en la década de 1930 se instaló un ascensor.

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En 1975 el Palacio arzobispal fue declarado Monumento Histórico por el Ministerio de Educación.

Un patrimonio histórico y de la solidaridad

Después de casi 50 años, las oficinas administrativas del Arzobispado de Santiago vuelven a su lugar histórico, donde en su origen residieron los primeros obispos.
“Desde aquí se realizó una cantidad enorme de servicio a la justicia social y a los Derechos Humanos. Aquí se ha vivido una historia muy grande. Nos parecía oportuno volver a ocupar este lugar reparándolo lo mejor posible”, reflexiona el Arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati, sobre la otrora vicaría de la Solidaridad y hoy, remozada sede arzobispal. Es que a pocas cuadras del palacio de La Moneda -en plena Plaza de Armas- se encuentra en la actualidad la remodelada sede arzobispal. Rodeado por la Municipalidad de Santiago, oficinas gubernamentales y espacios turísticos, este nuevo domicilio ubicado al lado de la Catedral Metropolitana, ofrece mejores perspectivas para cumplir con la misión evangelizadora a los habitantes de esta gran metrópolis, sin olvidar la increíble labor que tuvo en tiempos de dictadura.
La restaurada sede data de 1870, pero no hay datos concretos de por qué el Arzobispado de Santiago tuvo que abandonar el edificio a mediados de la década de 1960. Según recuerda el diácono Enrique Palet, ex vocero de la Conferencia Episcopal, en los años 70 el segundo piso de este histórico recinto fue arrendado a otros organismos, ajenos a la Iglesia. La restauración de este lugar se hizo por partes. En 2014 se recuperaron la capilla y el salón de actos, y a fines de diciembre de 2015 comenzó la otra etapa del proyecto de rehabilitación, con la intervención del segundo y tercer piso, que limitan con la Parroquia El Sagrario.


El proyecto fue desarrollado directamente por la Dirección de Arquitectura del Arzobispado de Santiago. Además participaron los restauradores Hernán Ogaz en el proyecto de fachadas, más la puesta en valor de la sacristía y sala de audiencias, y María Eugenia Van de Maele se encargó de la propuesta de pisos y papeles murales.
El trabajo no fue menor. Mientras otras instituciones abandonan esta zona neurálgica, la Iglesia está apostando por el futuro del corazón de la ciudad manteniendo su línea original desde sus comienzos. Para eso se tuvo que intervenir prácticamente todo el edificio. Se reforzó estructuralmente zonas puntuales para nuevos requerimientos de programa y de instalaciones, “pero el grueso del trabajo consistió en limpiar el edificio de tabiques y en general materialidades de poca calidad, que se agregaron a través del tiempo a la estructura, y la recuperación de elementos como puertas, ventanas, revestimientos interiores”, detalla Patricia Silva, directora de Arquitectura del Arzobispado de Santiago.

Anteriormente, hasta fines de los años 60, también aquí estaban las oficinas del Arzobispado de Santiago y algunas décadas antes, las dependencias donde vivía el Arzobispo de Santiago. Después, en los años 70, aquí estuvo la Vicaría de la Solidaridad, cumpliendo una notable tarea de defensa de los Derechos Humanos”, complementa monseñor Fernando Ramos, Obispo Auxiliar de Santiago, quien también añade que desde principios de los 90 estuvo prácticamente desocupada hasta hoy. 

Mirando a calle Compañía, en tanto, está la oficina del arzobispo. Está en el segundo piso y su llegada fue a fines del mes de noviembre de 2016, ocasión en que tuvo su primera audiencia. Por su parte, el salón de actos, el corredor central y el patio central, mantienen la misma arquitectura de la época en que funcionaba la Vicaría de la Solidaridad.
“Santiago y Chile están tomando mayor conciencia de los monumentos históricos patrimoniales, y la Iglesia, que es parte del pueblo de Chile, no podía quedarse al margen de esto. Por eso se está haciendo un gran sacrificio”, concluye el cardenal. Son 3.700 metros cuadrados de historia y recuerdos, que no pretenden olvidar lo que fue la labor de la Vicaría de la Solidaridad y que contemplan reservar un espacio en la memoria colectiva de tantos chilenos, como el de Javier Luis Egaña: “Este espacio nos acogió desde el año 1976 a 1992. Son tantas cosas que se vivieron aquí, cada uno de estos espacios es un recuerdo” recuerda el ex secretario ejecutivo de la Vicaria de la Solidaridad.
El financiamiento vino de distintas fuentes. Consejo para la Cultura, donaciones y un crédito bancario. La suma total alcanza los 3.300 millones. En la sede prestan servicio 120 trabajadores en las áreas de Cancillería, Vicaría General, Vicaría Pastoral, Administración de Bienes, Contabilidad, Informática, Jurídica, Servicios Generales y Arquitectura, entre otros.


Capilla de la Sede Arzobispal de Santiago




Tres años trabajando tardaron los trabajos de conservación de la capilla de la Sede Arzobispal de Santiago. Un lugar con historia, con valor artístico y arquitectónico que estuvo al borde del colapso de no ser por la iniciativa del arzobispo y un grupo de profesionales que apostó por devolverle la vida.


Monseñor Mariano Casanova fue un amante de las artes. Culto y viajado, admiraba las construcciones europeas tanto como a sus artistas, pero sobre todo el valor que sus contemporáneos le daban a ellas. No lograba entender que en Chile pasara lo contrario, que edificios importantes, sobre todo los de la Iglesia, estuvieran en mal estado y no contaran con recursos permanentes para su conservación. Por eso, cuando fue nombrado arzobispo, una de las primeras cosas que hizo fue crear una oficina de arquitectura eclesiástica que velara por los inmuebles de la Iglesia. La remodelación de la Catedral en 1890 fue su primera gran obra en este rubro, pero hay otra mucho menos conocida e igualmente valiosa en términos patrimoniales: la habilitación de la capilla del Palacio del Arzobispado.


El Palacio, nueva sede del Arzobispado, está a continuación de la Catedral, enfrentando la Plaza de Armas, y su origen se remonta a Pedro de Valdivia, quien al fundar la ciudad destinó este espacio para la construcción de una iglesia y la casa del párroco. A medida que el país cobró importancia y Roma nombró a Santiago como diócesis, la iglesia se transformó en Catedral y la casa en la sede donde viviría el obispo y funcionaría su administración. El tiempo, la falta de recursos y los terremotos hicieron lo suyo y el edificio original se tuvo que demoler y volver a construir a mediados del siglo XIX, suspendiéndose las obras en varias ocasiones. Al asumir Mariano Casanova, en 1886, reinició los arreglos y además habilitó la capilla para su uso personal. Con un innegable buen gusto, y según la información con la que se cuenta a la fecha, contrató a los mejores arquitectos y artistas, como Pedro León Carmona y los italianos Aristodemo Lattanzi y Saverio Morra, y junto a ellos supo ver en todas las superficies disponibles una oportunidad para reafirmar la identidad católica… no hubo espacio que no se aprovechara artísticamente.

Al pasar el tiempo, la capilla se empezó a usar para ceremonias como bautizos y matrimonios. En los 60 la Sede Arzobispal se trasladó a su ubicación actual en la calle Erasmo Escala y comenzó un proceso de deterioro debido al desuso, que se hizo total una vez que la Vicaría de la Solidaridad dejó las dependencias en los años 90.
El arquitecto Gonzalo Donoso fue uno de los primeros en reconocer la importancia de realizar un trabajo para rehabilitar el Palacio. El 2002 dio inicio a un estudio que sólo se materializó el 2011 a petición del Presbítero Rodrigo Tupper, quien asumió la tarea de liderarlo. El proyecto contempló también la conservación de la capilla, cuya dirección estuvo a cargo de la restauradora Cecilia Beas junto a un gran equipo multidisciplinario.

Varias razones motivaron la decisión: primero, la intención de devolver al Arzobispado a su sede original y luego, el estado crítico de deterioro y su indudable valor patrimonial. Después del terremoto del 2010, la situación se agravó y la intervención se hizo urgente.

El primer paso fue el diagnóstico, que implicó estudios a todo nivel, desde el contexto histórico a los materiales, pasando por las técnicas usadas, los iconos y un largo etcétera, todo apoyado con tecnología de punta.


Luego vino la ejecución. “Se trabajó de manera integrada con la recuperación de soportes estructurales de las pinturas: cielo, muros y pisos. La conservación y restauración de las pinturas fue trabajada in situ, y algunas telas –como el paño central– tuvieron que ser desmontadas, trabajadas en el taller y vueltas a montar. En lo que respecta a la restauración, las lagunas (pérdida de imagen) fueron recuperadas a partir de técnicas reversibles y diferenciables a simple vista, tales como rigatino y puntillismo”, explica Cecilia Beas.

Terminada la etapa de conservación de pinturas y vitrales, se llevó a cabo el proyecto de iluminación, que implicó el desafío de definir la tecnología adecuada que no interviniera en la superficie. “Sin iluminación, sólo con luz natural, es muy difícil ver con claridad las pinturas del cielo y muro, de ahí la necesidad de esta parte del trabajo”, dice Cecilia. El proyecto consideró equipos de iluminación técnica de alta gama, el uso de led y una vida útil de 34 años. También se diseñaron tres distintas escenas lumínicas que pueden ser ajustadas a mayor o menor luminosidad según se requiera. Es importante considerar que no era posible recuperar una iluminación de tipo histórica, con lámparas de época, ya que no hay información que así lo determinara.

Finalmente el proyecto de interiorismo consideró el diseño del presbiterio, ya que la capilla es previa al Concilio Vaticano II, por lo que ese sector estaba reservado al clero y la misa se hacía de espalda a los fieles. El altar fue obra de Mario Ubilla, arquitecto y diseñador de la UC. Si bien no existía un inventario de la capilla, a través de fotos y archivos se logró identificar otros elementos que formaban parte de la ornamentación original. Uno de los que se recuperaron fueron las sillas, lo que no ocurrió con el retablo ni el sagrario. Quizás la mayor falta fue la imagen de la Virgen Inmaculada, una talla policromada de gran factura, que luego de mucho investigar descubrieron que se encontraba en la Catedral Parroquia de Talagante.
  “En un principio la idea fue recuperarla sin embargo, dado el valor, apego y vinculación que tiene la comunidad con la imagen, se optó por mantener el concepto original y se instaló otra imagen, de la misma advocación, tamaño, proporciones y técnicas”, cuenta la restauradora.


Entrar a la capilla es sobrecogedor y el equipo a cargo de su conservación se siente satisfecho. “Creemos que recuperamos una atmósfera que recupera el pasado con una visión actual y de futuro”, aseguran.



Por Pía OrellanaEdición: Nº244, septiembre 2014

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